Definitivamente embalado y decidido a quemar todas las naves y apurar hasta el último minuto que le conceda la providencia, Van Morrison tira de fondo de armario y entrega un álbum heterogéneo en todo: contenidos, acompañantes y fechas de grabación. New arrangements and duets, un título tan descriptivo como carente de todo encanto, es su segunda publicación de 2024, pero, al igual que el fabuloso álbum en directo Live at Orangefield, proviene de un archivo sonoro que se barrunta extenso, a juzgar por la mención en créditos del propio interesado a que estos 70 minutazos “representan un pequeño porcentaje de la enorme cantidad de material inédito”. Y ojalá, en tal caso, que todos esos tesoros por desenterrar resulten así de apetitosos. Daríamos por bueno que las grabaciones acumuladas en el cajón igualaran en nivel a estas que ahora se nos entregan, porque, acaso contra toda lógica y pronóstico, acabamos de encontrarnos entre las manos con un álbum sencillamente encantador.

 

No, ni los indicios ni las circunstancias podían abonar el optimismo, comenzando por esa portada ramplona que parece diseñada por algún enemigo de la causa con la mirada puesta en los expositores de las áreas de servicio. Tampoco acaba de entenderse bien que el norirlandés hermane y empaquete sus alianzas vocales con cuatro artistas de alta cualificación y muy diferente perfil (Willie Nelson, Kurt Elling, Curtis Stigers y Joss Stone) junto a las recreaciones de casi una docena de títulos de su catálogo arreglados por Chris White y Paul Moran para que los metales se explayen y extraigan todavía más brillo de los originales. Los duetos aparecen fechados entre 2018 y 2019, mientras que las grabaciones para big band se remontan a 2014. Y los 15 títulos escogidos, siendo todos de rúbrica vanmorrisoniana, provienen de épocas muy dispares y no figuran entre los más célebres del catálogo, si bien hay escalas en el divulgadísimo baladón Someone like you (el excelente mano a mano con Joss Stone) o en aquel I’ll be your lover, too que nos retrotrae hasta uno de los álbumes más irrefutables, His band and the street choir, de 1970.

 

Expuestos así los datos, queda claro que la colección se aproxima bastante al concepto de batiburrillo. Y dicho todo lo cual, su escucha termina por desarmar nuestras defensas. Más allá de que desistamos de entender los movimientos del más ilustre hijo de Belfast, sus incursiones en el territorio jazzístico son cálidas, rotundas y fastuosas, un abrumador manto de terciopelo que abriga y revitaliza un puñado de títulos que muchos tendrían poco ubicados en su radar. Morrison abona el desconcierto apuntando que la selección del repertorio fue decisión exclusiva de Moran y White, como si la cosa no fuera con él, pero el efecto es majestuoso en casos como los de So quiet in here, The beauty of the days gone by o You gotta make it through the world, rescate de aquel disco olvidadísimo por su propia condición confesa de obra menor, A period of transition (1977).

 

Hagan, si les place, el experimento de comparar ambas versiones, la del 77 y la del 14, porque la distancia de intención y enfoque es sideral. Y entreguémonos, ya puestos, a ese juego sobrevenido que el equipo de Van The Man proviene en sus comunicaciones sobre si somos del #TeamArrangements o del #TeamDuets. Difícil decantarse, entre otras cosas porque las colaboraciones tampoco son uniformes: Kurt Elling aporta su voz rasposa, difícil y magnética, jazzística en lo más íntimo, para Ain’t gonna moan no more y Broken record, dos piezas en las que ya latía mucho swing de antemano; mientras que Willie Nelson (otro dispuesto a grabar y hacernos felices hasta el último hálito) es todo lo contrario, vulnerabilidad, poso y mucho oficio cómplice, en sus visitas a What’s wrong with this picture y, sobre todo, la bellísima Steal my heart away.

 

¿Un diagnóstico final? Renunciemos a comprender a Van Morrison. Dediquémonos, sencillamente, a disfrutarlo. Y que dure.

2 Replies to “Van Morrison: “New arrangements and duets” (2024)”

  1. Por fin alguien de la crítica más o menos oficial, valora como se merece este disco. Al contrario que en los casos de Bob Dylan y Neil Young, a Morrison no le pasan una. Decididamente cae mal y no se atiende a lo que ofrece en cada entrega sino a los clichés habituales: su inalcanzable -ojo, para cualquier artista- obra de los setenta, su supuesta dejadez, hasta le sitúan en el AOR y en la música para ascensores…Lamentable sordera.
    Entrando en el tema, coincido en varios de los temas señalados (sobre todo los dos duetos con el gran Willie Nelson) y añado el excelso “The Master’s Eyes”, una joya oculta de “A Sense Of Wonder” (1985). Muy disfrutable.

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