Un álbum con tan ilustre firmante, ese título elocuente y una portada eminentemente evocadora solo podía ser una preciosidad, y la escucha de estas 13 canciones refrenda, de largo, el juicio apriorístico. El que durante cuatro décadas fuese teclista de The Heartbreakers y lugarteniente cercanísimo de Tom Petty se ha explayado poco por cuenta propia, porque docenas de artistas grandes no han parado de reclamar sus servicios. Pero tras la primera incursión ya lejana con You should be so lucky (2014), este segundo álbum llega como un testimonio sentidísimo de la edad madura, con su cúmulo de sabiduría y de dolor. Con la fría lanza del invierno asaetándole los costados al gran Benmont Tench, pero también con el pálpito del amor aún avivando, infatigable, la llama.

 

Tench se desnuda y entrega en una colección a corazón abierto: sencilla, hermosa, enternecedora, inequívoca e indisimuladamente crepuscular. El artista de Florida es un septuagenario de cultura musical enciclopédica, pero prefiere delegar la producción en un músico mucho más joven, el siempre impecable Jonathan Wilson, para centrarse en la escritura y en un liderazgo artístico que casi nunca ha ejercido. Porque su debut en solitario, a fin de cuentas, aún aconteció antes de la dolorosa e inesperada despedida de Petty (2017), de manera que nunca había afrontado un álbum propio como la principal de sus ocupaciones. Y aquí hay un derroche de amor, pasión y tenacidad que proviene de un señor nacido en 1953, pero podría competir en cuanto a empeño y tesón con un hijo ya del siglo XXI.

 

Nuestro rompecorazones tierno y sentimental es dueño de una voz arenosa y vulnerable, pero bellísima y nunca antes disfrutada con la intensidad y el denuedo de esta colección. A veces suena al propio Petty en modo más íntimo, otras a un admirador de Tom Waits o Jackson Browne. Y el piano, tan desnudo y confidencial, anima a imaginarnos cobijados en una cabaña al resguardo del fuego y de la leña. Sucede con el tema principal, pero también con la triste y evocadora If she knew o con otras odas al pasado (Back) que solo podrán degustarse en todo su fervor si las pinchamos a muy altas horas.

 

Hay cicatrices que hidratar para que escuezan un poco menos (I will not follow you down), igual que encontramos el vals más lindo de los últimos meses, Under the starlight, para abrir la cara B, también sin rastro de luz solar en el ambiente. Y en esas descubrimos que Benmont también podría rocanrolear a sus años (Rattle), si le apeteciera, porque la experiencia no es sinónimo de anquilosamiento. Escuchen con detalle, pero no dejen lejos la caja de los clínex.

 

 

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