Los chicos de James siempre han permanecido en un discreto segundo plano dentro de la escena británica, constantes en su trabajo y relevancia pero alejados de los fastos y los focos principales. Y quizá tenga una parte de culpa su propia partida bautismal, tan irrelevante que solo podemos considerarla desdichada, y no digamos ya en la era de las búsquedas digitales. Como a estas alturas no vamos a resolver ya ese problema, evidentemente, podemos seguir la pista de los movimientos de James con independencia de su compatibilidad con los algoritmos de Google. Y sorprendernos de que a estas alturas, en lo que hace el disco número 16 de su colección, aún se permitan un holgado margen para la sorpresa y un redoblado compromiso con la excelencia.

 

Se mire desde el prisma que se mire, ya que andamos con disquisiciones cromáticas, All the colours of you es una obra muy sólida, además de revitalizante y con un importante componente adictivo. Tim Booth siempe se ha caracterizado por encontrar compatibilidades entre las canciones rotundas y pomposas y los mensajes de cierto calado intelectual. Esa intersección se preserva aquí con anotaciones en torno al cambio climático, el griterío político (otro clima por el que preocuparse) o, cómo no, la maldición de la covid. Pero la sorpresa radica en la incorporación de elementos electrónicos y bailables en piezas como Magic bus –abiertamente maquinera–, Hush o Wherever it takes us, que no conocían parangón en ninguno de los 15 trabajos anteriores. Superado el desconcierto inicial, la verdad es que estas ráfagas de sintetizadores siguen sirviendo para exhibir el tono enfático de la banda, pero con el refuerzo de una munición inédita hasta ahora en sus trincheras. Movimiento nada ajeno, sin duda, a que la banda haya delegado la producción en manos del irlandés Jacknife Lee, firmante de grabaciones para formaciones de espíritu tan expansivo como The Killers, Editors o Snow Patrol. ¡Y hasta de REM y U2!

 

El estallido de colores –que hasta en el concepto gráfico tiene algo de ese optimismo antropológico de Coldplay, y no hay nada malo en ello– se materializa en dos sencillos excelentes y muy tarareables, All the colours of you y, sobre todo, Beautiful beaches. En particular, esta última quiere elevarnos tanto la moral que hace veces de canción del verano, dicho sin ánimo peyorativo y con reconocimiento explícitu de su conveniencia. Pero el tarro con las esencias de la canción perfecta también se vierte sobre Getting myself into, con una vocecilla femenina en segundo plano que es puro juego. Y con Isabella, que echa a andar en un engañoso tono oscuro pero enseguida invita a ponerle buena cara a esta vida multicolor.

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *