Hay algo, o mucho, de atractivo desconcertante en la figura de joseluis, comenzando por esa determinación suicida de escoger un nombre artístico que le desaconsejaría con vehemencia hasta el último becario de la más precaria agencia de comunicación. Pero así funcionan las cosas en el imaginario de José Luis Beltrán Marín, este murciano de 28 años que no se atiene a normas ni categorías, se vuelve huidizo a la hora de ajustarle cualquier adscripción estilística, es impredecible en todo lo que canta y cuenta, carece de pedigrí o bagaje artístico y, pese a todo ello, y con el mayor de los merecimientos, se convirtió en objeto de deseo entre las grandes discográficas del país. Que la todopoderosa Sony Music Spain se haya llevado el gato al agua y le haya concedido un elepé de debut sin injerencias apreciables, porque la heterodoxia sigue siendo santo y seña con independencia de en qué punto se haga descender la aguja del giradiscos, permite agrandar el enigma. Y, por supuesto, el atractivo.

 

¿De dónde ha salido joseluis y qué podemos esperar de él? A este diseñador vocacional y compositor sobrevenido se le empezó a escuchar hace pocos años por Javalí Nuevo, su pedanía natal, y el hechizo de su poética inaprensible hizo el resto. Hay algo de dulce pero también de quinqui en la personalidad de un muchacho difícil de categorizar incluso desde la fisonomía, a la vista de que su figura espigada y angulosa puede inspirar fiereza y vulnerabilidad casi a la vez. Y no deja de suceder otro tanto con su repertorio, tan canalla y al tiempo sensible, tan predispuesto al abrazo como a la crudeza y la frialdad.

 

No sabemos por dónde nos van a venir los tiros, pero Beltrán convierte a joseluis en paradigma de las inseguridades (“Soy guapo porque tú me miras”, resuelve en ese tema de apertura que hace las veces, cómo no, de antisingle escueto y desnudo). Porque en Por ahora para siempre terminan aflorando los eternos dilemas jóvenes del amor propio, la frustración, la incertidumbre y, en general, las dudas que acechan en cada doblez del camino. Pero algo nos hace intuir, por mucho que su vida discurra siempre por terrenos resbaladizos, que el personaje de joseluis acabará saliendo airoso.

 

En lo estilístico se tiende a vincular a este inaprensible creador murciano en la nómina de seguidores de Los Planetas, pero sospechamos que se trata de una conclusión perezosa e inverosímil por parte de tantos oídos propensos al tópico; es decir, justo lo contrario que propugna y representa este debutante. El propio interesado ha hecho saber para quien quisiera escucharle que su interés por Jota y compañía era muy relativo, y una escucha atenta de Por ahora… permite intuir a un chavalín enamorado del grunge y el rock independiente de los noventa, desde los primeros Radiohead a Pearl Jam o Smashing Pumpinks, combinado todo ello con el deje trovadoresco de unas composiciones que, por muy sui géneris que pudieran parecernos, no dejan de ser canción de autor en esencia, incluso con deje autóctono y barrial.

 

De ahí lo de la personalidad propia y compleja, tan interesante como armazón de un nuevo proyecto artístico que excita la curiosidad y nos coloca en posición de alerta. Porque no hay nada genial en este primer álbum, pero sí una búsqueda de una sintaxis que se aleja de cualquier rutina. No sabemos si joseluis es guapo o feo, si frágil o rudo. Tampoco queda claro si Fortuna es un canto a la buena suerte o al cigarrito en el momento oportuno. Barruntamos que Miedo de un país Todo lo malo, agazapadas en la cara B, acabarán reivindicándose como los dos auténticos monumentos de este primer aldabonazo fonográfico. E incapaces de formular un veredicto taxativo, solo se agudizan las ganas de seguir escuchándole más.

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