Asistimos a los primeros coletazos del mes de febrero y ya hay quien ha creído ver en este tercer álbum de Hookworms uno de los títulos más relevantes que nos confiará este 2018. Falta aún tiempo para certificar el pronóstico, pero estos tres cuartos de hora apabullantes se han hecho fuertes durante todo el fin de semana en el lector del salón. Los de Leeds grababan en el estudio doméstico de su cantante, MJ (todos los integrantes se identifican con meras iniciales, dicen que para no restar protagonismo a la obra), que se inundó y desgració un par de años atrás. Quizá por eso “Microshift” funcione muy bien como resorte, como revulsivo. La habitual alianza de guitarras y electrónica se intensifica por ambas partes, pero con más peso específico para la segunda. Y el resultado es excitante. Las máquinas no se convierten en hielo, sino en carne. Hay algo de regusto añejo en las programaciones y mucha fiereza bien encauzada. Ahí están esos siete minutos ejemplares de “Ullswater”, un obstinato rítmico concebido para volarnos las cabezas. O el puñetazo de “Boxing day”. O el colofón de “Shortcomings”. Hookworms ya habían dado motivos para interesar a los seguidores de Spiritualized o LCD Soundsystem. Puede que con “Microshift” hayan ampliado el espectro hasta las inmediaciones de la estratosfera.

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