Django Django han conseguido hacer escuela de su propio batiburrillo. Con ellos es difícil saber a qué carta quedarse: Spirals, el tema inaugural de esta nueva entrega, echa a andar entre sintetizadores estridentes, pero acaba pasándose al dream pop antes de que el segundo corte, Right the wrongs, abogue por la psicodelia suave y el tercero, Got me worried, parezca una perla ignota de algún grupo experimental de los años sesenta (que termina asomándose al tropicalismo y chapurreando portugués). Puede parecer poco práctico y desesperar a los amantes de los perfiles profesionales bien definidos, pero en términos artísticos resulta fascinante. Y nada novedoso: estos Django al cuadrado han hecho de la rareza un elemento integrador entre sus diferentes álbumes.

 

Este Glowing in the dark hace ya la cuarta entrega para este cuarteto de londinenses que se amigaron en la escuela de arte de Edimburgo y que consiguen resultar inaprensibles y, a la vez, pegadizos. Les sucede con Free from gravity, que su aire de synth pop pesado que debería entroncarlos con los nostálgicos de los ochenta y, sin embargo, suena muy contemporáneo. O con la habilidad pop de Waking up, donde aprovechan la presencia como invitada de Charlotte Gainsbourg para abrazar la estética del susurro. O con los bajos enfáticos de Headrush, muy propios de ese art rock cultureta que vuelve locos a cuantos siguen enamorados de Talking Heads.

 

Como les sucede a Everything Everything (imposible no establecer similitudes a partir de sus bautismos por duplicado), en Django Django partimos del desconcierto a la seducción. Nada parece seguir un cauce predeterminado, pero al final los caminos confluyen. La banda puede entregarse al krautrock más desaforado en ese instrumental narcótico titulado The ark para, de inmediato, requerir la presencia de Raven Bush, miembro de los muy psicodélicos y excitantes Syd Arthur, en los arreglos de cuerda de Night of the buffalo. Nueve años de su debut (con candidatura incluida al Mercury), la capacidad de sorpresa ha amainado, pero no nuestra admiración.

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