La batería que emprende en solitario la marcha de “Under lime”, el primer corte de “Look now”, parece anuncio de una pieza trepidante. Es un espejismo que dura cuatro segundos. Al quinto, el piano de Steve Nieve nos sumerge de un solo acorde en el sonido del pop más refinado y retrasa el reloj hasta la década de los sesenta. Lo que sigue durante 62 minutos (en la versión íntegra; la convencional incluye 12 temas en vez de 16, pero es un crimen perderse una sola nota de Costello) es una fabulosa exhibición de magisterio frente al papel pautado, la reaparición exuberante de un cerebro como el que la música popular ha conocido muy pocos desde que en 1977 aportara con “My aim is true” la primera en un ramillete de páginas inolvidables que ahora se engrosa de manera fabulosa. El propio Elvis nos desbroza el análisis al advertir de que para “Look now” ha buscado intersecciones entre “Imperial bedroom” (1982) y “Painted from memory” (1998); es decir, entre la lucidez de McCartney (salpimentada con un pellizco de vitriolo “lennoniano”) y el refinamiento de aquel fascinante mano a mano con Burt Bacharach, que aquí vuelve a figurar como coautor de tres piezas. Puede que “Under lime” recuerde más, incluso en estructura, a “Let them all talk”, su homóloga inaugural de “Punch the clock”, pero es cierto que los meandros en cuanto a composición que acumula este álbum no están al alcance de casi nadie. “Look now” es cálido desde la primera aproximación y sencillamente abrumador a medida que se acumulan las escuchas. Nadie tarareará de entrada estas canciones, auténticos laberintos de orfebre que solo quedan al alcance de un cerebro muy privilegiado. Anoten el desparpajo de “Burnt sugar is so bitter” (escrita a medias con ¡Carole King!), la instantánea condición de clásico de “Stripping paper”, la nostalgia bellísima de “Photographs can lie” o “Suspect my tears”, la emoción cuando se rompe la frase en el falsete de “He’s given my things”. Habían pasado diez temporadas sin disco de Costello y sus Imposters, desencantado como andaba el de Liverpool. Pero si este no es el mejor disco de 2018, le va a andar cerca.