Los siempre fértiles hermanos Brewis ignoran clamorosamente la sencillez como pauta de comportamiento en el pop. La vieja norma romántica (o perezosa) según la cual tres acordes serían suficientes para erigir una canción perfecta es incumplida con saña en el caso de estos ingleses singularísimos. Seguramente a ellos les resulte más fácil que al común de los mortales apuntalar sus arquitecturas armónicas, sobre todo porque la práctica y la experiencia están más que acreditadas: son ya nueve los discos rubricados bajo esta marca común a lo largo de los tres últimos lustros, y esos sin contar las aventuras paralelas. Pero Flat white moon apuntala las dos mejores características que pueden anotarse en el haber de esta sociedad fraternal bien avenida: son reconocibles con solo escuchar los primeros 15 segundos de cada corte y no se parecen a ninguna otra banda en activo.

 

De acuerdo, quizá a una sí. El pintoresquismo deslumbrante y brillantísimo de The Lemon Twigs comparte algo del ideario de Field Music, aunque la asociación surge de manera más instintiva porque también en ese caso nos encontrábamos con una hermandad. En cualquier caso, no hay aquí una sola canción sin algún rasgo de originalidad, ya sea el sabroso y casi hipnótico obstinato de sintetizador para Orion from the street, el compás quebrado de Do me a favour o los ritmos cruzados entre batería y piano en Not when you’re in love, por escoger los tres primeros ejemplos del nuevo cancionero.

 

Pero da igual a qué altura hinquemos el diente, porque nuestros amigos de Sunderland no conciben las piezas de relleno. No pressure, por ejemplo, de sonido más viejuno en sus infinitas filigranas vocales, no llega a adentrarse en el territorio de Queen, pero sí se nutre de muchos hallazgos de 10cc. In this city, que parece más sencilla de seguir, con su vocación binaria y casi new wave, se desploma de forma súbita en mitad del desarrollo para que al oyente nunca le falten ni la sorpresa ni el desconcierto. Pero la joya deslumbrante de la colección es When you last heard from Linda, con fantásticos ropajes de cuerda, extatismo orientalizante con vistas a George Harrison y una dulzura que hasta en la elección nominal de su personaje apunta hacia McCartney.

 

Flat white moon no es un disco sencillo en el sentido de que cuesta memorizar sus melodías y, desde luego, exige al oyente una atención mucho más profunda que la del simple tarareo. Pero si escuchamos con detalle Invisible days comprenderemos que en sus menos de cuatro minutos suceden más cosas –armonías vocales, cambios de ritmo y dinámica, efectos sonoros que en bastantes discos enteros. Los chicos de XTC pueden sentirse orgullosos de sus herederos; pero puede que hasta Brian Wilson, en no pocos pasajes, también.

 

 

 

 

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