Han insistido mucho los integrantes de Forth Wanderers en que no se contemple este (excelente) The longer this goes on como un regreso discográfico en sentido estricto, una perfecta incongruencia si tenemos en cuenta el pequeño detalle de que la banda había asumido un paréntesis indefinido tras su segundo y homónimo elepé, del que nos separaban ya nada menos que siete años. Puede que la pelea terminológica no sea sino una manera de preservar la naturaleza peculiar y el frágil equilibrio interno del grupo, que en aquel 2018 suspendió una importante gira internacional un día antes de que comenzara por los ataques de pánico que sufría su cantante y compositora, Ava Trilling. Ahora, apelando al “que dure lo que tenga que durar” (que casi serviría como traducción libre e imprecisa del título), el quinteto de Nueva Jersey asoma casi de puntillas, con poca fanfarria y como sin grandes expectativas, pero con una colección fantástica de diez canciones intensas, retraídas, narcóticas y rabiosamente eléctricas.
La reactivación, por lo que cuentan, partió de horas y horas de conversaciones de carácter íntimo, desacomplejado y nada finalista entre Trilling y su guitarrista y mano derecha en la conversación, Ben Guterl, que desembocaron en el íntimo convencimiento de que podían volver a intentarlo. Y así, con la tranquilidad del que nada espera ni tiene que retratarse o justificarse, nacieron estos 10 cortes intensos, crudos y modélicos en la multiplicación de los efectos habituales del indie-rock, que aquí se vuelve mucho más mercurial y poliédrico que de costumbre, capaz de alternar el arrebato propicio para el pogo (Barnard) con una miniatura de apenas dos minutos impregnada en misterio cinematográfico (Make me) o ese maravilloso medio tiempo abolerado que lleva por título Bluff.
Esa apuesta por la intensidad se traduce, de paso, en la urgencia de un minutaje algo raquítico, claramente por debajo de la media hora. No hace tanto pensaríamos en una entrega algo cicatera, pero ahora la brevedad cotiza al alza y, en cualquier caso, subraya las excelencias de una apertura ruidosa y distorsionada (To know me/To love me), de una continuación juguetona y cantarina (Call you back) con epílogo de bajo en cabalgata y de un tercer corto retro y somnoliento, el precioso Honey, que nos pone en bandeja el single más inapelable, contagioso y pegadizo del lote.
Ese 7 months, en efecto, debería recuperar a los Wanderers para todas las listas de escucha más molonas de este 2025. Ojalá así sea, incluso aunque ese bajo perfil autoimpuesto y defensivo nos prive de disfrutar de este fugaz y jugosísimo menú encima de los escenarios.