Entre las obras más rematadamente hermosas que nos está deparando esta primera mitad de 2025 habrá que guardar un espacio relevante a You are the morning, título ya bello y poético para un álbum lindísimo que coloca en circulación a jasmine.4.t., nombre artístico de Jasmine Cruickshank, artista trans amadrinada y producida al alimón por Julien Baker, Lucy Dacus y Phoebe Bridgers, los tres vértices de las cada vez más alabadas, inspiradas y ubicuas Boygenius. Y no, no puede ser casual que tres autoras en plena eclosión y con sus agendas particulares convertidas en hervideros de compromisos y eventos decidan hacer causa común con una mujer debutante de la que apenas teníamos noticias, más allá de un EP de 2019 del que nadie se hizo eco y una gira junto a Dacus como telonera.
La filiación con Lucy condujo a que Cruickshank, natural de Manchester, se haya convertido en la primera artista británica fichada por Saddest Factory Records, la factoría discográfica impulsada por Phoebe Bridgers. Pero lo sorprendente es que, pese a sus ilustres acompañantes y mentoras, que no se privan de aportar segundas voces, guitarras eléctricas (en el caso de Baker) y sendos dúos vocales, para que no falte el aderezo y la bendición de ninguna de ellas, You are the morning no suena en ningún momento a secuela de The record (2023), el disco que llevó a Boygenius a la estratosfera del rock alternativo mundial. Al contrario, prevalece el tono de folk alternativo y contemplativo frente a los arrebatos eléctricos (más allá de contraejemplos tan vigorosos como Skin on skin o Guy fawkes tesco dissociation, un espectacular mano a mano con Phoebe), lo que sustancia el conjunto como un heredero indirecto de chicos lánguidos y apesadumbrados como Andy Shauf, Stephen Steinbrink o, claro está, Elliott Smith. Sobre todo, en este último caso, cuando la evolución armónica se vuelve tan impredecible como las irregularidades rítmicas (Tall girl, con Julien de coprotagonista).
A jasmine 4.t. le nace de las entrañas una voz andrógina e inaprensible, a ratos cercana a la de ANOHNI, profundamente conmovedora cuando musita (New shoes, con crescendo final a medias con Lucy), se desnuda (Kitchen, Highfield), distorsiona (Roan tiene algo de Bon Iver) o envuelve en cuerdas, como el precioso tema titular. Y queda aún un último tramo del elepé en el que las justas y merecidas reivindicaciones del colectivo LGTBI se hacen más explícitas, sobre todo si tenemos en cuenta que la tripleta final, Elephant, Transition y Woman, incorpora como sinónimo de gran celebración a la veintena de integrantes del Trans Chorus of Los Angeles.
Dedica Jasmine la obra, además de a su “familia escogida”, al “anarquismo sin fronteras de toda la gente trans”. No obviemos ni pasemos por alto este ingrediente, consustancial y determinante en la obra de esta artista fabulosa, más aún cuando se desnuda en Woman sobre las incertidumbres, conquistas, gozos e incomprensiones de un proceso tan complejo como el experimentado por ella. Pero quedémonos también con la belleza de un disco tan hermoso como valiente. Ojalá que solo el primer capítulo de una larga y necesaria historia.