Hoy parece sencillo, casi obligatorio, encandilarse con Solitude standing, pero que en 1987 se convirtiera en un disco superventas y, con los años, en referente histórico para la canción de autor demuestra que ciertos tiempos pasados acaso sí fueran mejores en algunos aspectos. Sin demasiadas nostalgias, pero con algunas evidencias entre flagrantes y dolorosas.

 

Veamos. ¿Qué atención le prestaríamos hoy, aturullados como vivimos, a un álbum que se abriera con Tom’s diner, no solo a capela sino con esa línea melódica reiterada como si fuera un salmo? ¿Y qué cabeza humana podría imaginar que Luka, crudísima crónica doméstica sobre ¡maltrato infantil!, terminaría haciendo fortuna en las radiofórmulas? Pues así fue y así más de uno lo recordará, igual que la segunda y aún más desaforada vida de Tom’s diner (esa remezcla de DNA, mítica) o la adaptación al castellano de Luka, que se ajustaba como un guante al original inglés y con la que la californiana afincada en Manhattan se propuso que el contenido no le pasara inadvertido a nadie. Y así fue: las frecuencias moduladas se estremecieron ante la confluencia de una melodía bellísima y un relato conmovedor.

 

Las dos fueron éxitos estruendosos, de puro inimaginables, pero en este segundo trabajo de Suzanne había mucha más sustancia. Llegábamos ya bastante seducidos, bien es cierto, gracias a Marlene on the wall (del homónimo debut, dos años antes) y a Left of center, que aparecía en la banda sonora de Pretty in pink. Pero en mitad de la segunda cara nos encontrábamos con Gypsy, y a esta pelirroja de voz susurrante y granulada ya le confiamos un amor que, como todos los grandes amores adolescentes, ha resultado ser eterno. Porque el arpegiado y la caricia de esa canción acompañan para siempre a quienes los descubren.

 

Solitude standing a veces sacaba a relucir una producción embriagadora (Wooden horse, In the eye), gentileza de Lenny Kaye. Era un sonido sofisticado, urbano, neoyorquino. Embriagador. Pero para seducción, ese libreto de la edición en casete que se extendía como un acordeón e invitaba a diseccionar las letras. Enteritas. Por si fuera poco, la muchacha de la voz de arena resultó ser también una magnífica profesora particular de inglés.

2 Replies to “Suzanne Vega: “Solitude standing” (1987)”

  1. Cuando tenía la cassette, y desplegaba el libreto para ver las letras, al final de cada ldtra había una fecha entre paréntesis (1978, 1982, 1986…) y eso me hizo creer que era un recopilatorio, y que su primer disco era de 1978. Pero de todas formas no tengo claro que és. ¿Un disco de canciónes guardadas en el cajón?

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