Llevaba tanto tiempo Tunde Adebimpe sin asomar por los estudios de grabación que algunos aficionados más jóvenes solo le relacionarán con su creciente trayectoria televisiva y cinematográfica, una faceta en la que también se está mostrando como un caballero escandalosamente talentoso. Pero ha llegado el momento para el neoyorquino de raíces nigerianas de retomar su viejo oficio como creador de canciones, una manera saludabilísima de celebrar su 50º cumpleaños y, sobre todo, de saciar la sed de los seguidores de TV on the Radio, una formación con la que le desde principios de siglo le contemplan cinco álbumes pero que lleva una década inmersa en el letargo. Y este primer aldabonazo refleja los aprendizajes de Adebimpe con sus viejos amigos televisivos, pero expande su espectro sonoro de una manera radical, hasta convertir estas 10 canciones en un caleidoscopio en el que cada visualización proporciona una panorámica diferente.

 

Los aires enérgicos, vigorosos e inquietos que siempre caracterizaron a TV on the Radio afloran desde Magnetic, una apertura nerviosa y arrolladora que explota en los oídos como un remolino de funk urgente, frenético. También hay algo de esa velocidad y nervio en Blue, pero las agitaciones en el metrónomo son más excitantes en el caso de Somebody new, el artefacto de pop sintetizado más bailable de 2025, una filigrana que los mejores New Order habrían bendecido con alborozo.

 

Inmerso en ese frenesí sónico con el que parece empeñado en no concedernos ni un respiro, Adebimpe se vuelve electrónico con Ate the moon, sofisticado y narcótico en ese Drop donde parece levitar varios metros por encima del suelo y rabiosamente pop cuando llegamos a Pinstack, que no desentonaría ni un ápice en algún disco de Charlie Winston. No hay, en realidad, lugar para el sosiego hasta que el sexto corte nos hace desembocar en ILY, un inesperado remanso de tenues guitarras acústicas en arpegio. Y una elegía dolorosa y compungida a su hermana, que falleció de manera repentina durante la grabación del álbum.

 

El tramo que integran The most (con unos sintetizadores muy de Depeche Mode), la evanescente Blue y la moderada God knows, un medio tiempo sacudido por las guitarras eléctricas, proporciona un respiro engañoso antes del mencionado zambombazo de Somebody new y del refinado epílogo urbano, elegantísimo, de Streetlight nuevo. Desde que Thee black boltz recaló en nuestras estanterías, ya no echamos tanto de menos a los tanto tiempo aletargados TVotR. Y aunque algunos de ellos asomen por aquí, puede que Tunde ya no los vea imprescindibles para continuar su camino.

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