“Y ser brillantes. Brindando con la copa llena de arte, haciéndonos reír por más que sangren las heridas de esta vida perra y mortal…”. Lo canta el baezano Pachi García en uno de esos temas que han acabado haciéndose imprescindibles en su repertorio, Cuando el sol nos dé calambre, y que aquí conoce una nueva lectura robusta y vitaminizada, como en casi todo el cancionero recuperado aquí (un detalle simpático, por el cándido guiño futbolero: hay un total de 14 títulos, pero los 11 primeros figuran como principales y los tres disparos finales se catalogan como “banquillo”). Y a lo de las heridas sanguinolentas podríamos aplicarle el prisma de la lectura autobiográfica, porque son mucho mayores los méritos y esfuerzos invertidos por el cantante, guitarrista, productor y compositor jiennense que los réditos que le contemplan en su hoja de servicio. Hay algo de malditismo involuntario en la figura de un artista manifiestamente brillante que ya ha combinado hasta tres denominaciones artísticas (Alis, Pachi García o Pachi García “Alis”) y que hace cinco años probó sin el éxito esperado la fórmula teóricamente infalible del grandes éxitos en compañía de nombres más ilustres. Recopilación de excesos emocionales (2014), bajo el manto de Warner, pretendió ya reivindicar al secreto más tenazmente guardado de nuestro rock emocional, de aquella en compañía de voces invitadas como Iván Ferreiro, Zahara, Cristina Lliso, Chino (Supersubmarina), Suso y Emilio Saiz o Alberto García, de Miss Caffeína. Aquí la maniobra de la colaboración señera se circunscribe a Bailando con el viento, junto a un Mikel Izal contenido y eficaz, mientras que entre las tres piezas de estreno se cuela la excelente Miradas que piden bises, la única en la que la autoría es compartida, puesto que la letra (“Hay suicidas en paro / Hay ladrones que no han robado / Hay inviernos con sol…”) es mérito de Jesualdo Jiménez de Cisneros. En cualquier caso, Alis acentúa sus encantos por todos los flancos, el del rock melódico pero con la uña afilada (Cronología de un ciclón) al pop electrónico o sintetizado de Tira de mi lenguaLa fuente de Chi, títulos por los que bandas mucho más consolidadas entre el gran público (los propios Miss Caffeína, supongamos) entrarían en trance. Puede que el peculiar timbre de voz, unas veces melifluo y otras rasposo, difícil de comparar con cualquier otro al que estemos familiarizados, descoloque a un sector de la audiencia. Pero esta nueva tarjeta de presentación suena como una avalancha y se cuela por la escuadra misma. Gol en el Municipal de Baeza.

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