Amaro Ferreiro lleva tres lustros ejerciendo como lugarteniente, una actividad necesaria y honrosísima que, en su caso, se ve reforzada porque su apellido coincida con el de uno de los más ilustres personajes del pop español reciente. Es una condición gregaria plenamente consciente y asumida, pero parece, a la altura de este tercer álbum en nombre propio, que debemos empezar a referirnos a él en primera persona, sin necesidad de recurrir a la muletilla de “hermano de”. En realidad, la elección de un título como Personajes secundarios tiene algo de autobiográfico, porque probablemente él sería un magnífico ejemplo de esos artífices imprescindibles que en las fotografías siempre aparecen fuera del foco. Y esa asunción simpática, y hasta puede que orgullosa, de una naturaleza nada estelar se corresponde con una portada también traviesa y juguetona, en la que las siluetas representan a otros hombres y mujeres ilustres a los que el destino reservaba un papel con menor despliegue tipográfico en la cartelería de la vida. Amaro, en verdad, no tiene nada que envidiarle como autor a Iván Ferreiro, con y para el que ha escrito. De hecho, canciones de las que aquí emergen, desde la sentimental y delicada Sherpa a la muy pegadiza Desesperadamente (que conocimos de manera anticipada a través de la banda sonora de Litus), brillan a un nivel altísimo. Solo le falta, por seguir con el paralelismo inevitable, una voz con la personalidad de la de su hermano. Iván puede seducirnos, estremecernos o, sencillamente, irritarnos, mientras que la garganta de Amaro ofrece menos matices y posibilidades, se ajusta más a la grata corrección que a una personalidad muy perfilada. Puede que ello explique bien la complementariedad del tándem y la posición en segunda fila del hermano pequeño, pero la colección aquí reunida es tan inspirada que, inevitablemente, el nombre de Amaro se disparará en las predilecciones de la parroquia indie. Su gusto por The Smiths es casi la única constante, a modo de sustrato, que prevalece en buena parte del lote, porque esta cosecha puede alardear sin falsa modestia de una versatilidad admirable. Rayden aporta unas gotas de rap en Ángeles fósiles, un lenguaje atípico pero no impostado. El piano conduce la sosegada y creciente 24H inicial y Homicidio involuntario, sobre la muerte del hermano pequeño de Juan Carlos de Borbón, es, sencillamente, el hilo argumental más inesperado, pasmoso y valiente del pop español en algún que otro lustro. Puestos a salir airoso, Amaro Ferreiro consigue incluso al universo de Lori Meyers (Vota al amor) sin incurrir en el ripio flagrante. Bien. bien.

 

 

 

 

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