Guadi Galego lleva tiempo llamando a las puertas de algo grande. La que fuese la vocalista más representativa de Berrogüetto –esa banda gallega de folk avanzado a la que nunca echaremos de menos lo suficiente– hace tiempo que abandonó los dictados de la música tradicional. Parece obvio que existía una diferencia sideral (dicho con ánimo descriptivo, no valorativo) entre Benzón, su rutilante estreno solista, y esa especie de trilogía pop que conformaron entre 2014 y 2018 Lúas de outubro e agosto, O mundo está parado y el minielepé Bóla de cristal. Ahora, Immersión ahonda en ese salto, retomando lo más granado de estos tres álbumes y revisando, pero también reinventando, lo que ya suponía un lenguaje inédito y desconocido en su firmante. Si Benzón era algo así como folk sinfónico, el código actual es de pop-folk, entendiendo que la vocación más o menos acústica sí es común a cada uno de los periodos de su trayectoria. Y si ya era llamativo que Guadi se hubiera puesto en manos de un productor/consejero como Pachi García “Alis”, una alianza que nadie habría pronosticado de antemano también lo es que esta nueva vuelta de tuerca se produzca junto a Olivera (o, lo que es lo mismo, Pau Brugada y Vic Moliner). Los diálogos sin prejuicios ni apriorismos, de músicos curiosos a músicos curiosos, se multiplican ahora mediante la fórmula de los dúos, que le permiten a la coruñesa compartir esfuerzos con una nómina plural, variada, amena y atractiva. Y es fantástico que así suceda, igual que suele ser bueno que los artistas cambien el paso y aborden caminos que no sospechábamos para ellos. Estupendo el acercamiento junto al argentino Lisandro Aristimuño (a ver cuándo descubrimos de una vez a este pequeño genio tímido austral) y magnífico el desparpajo de Vega para Privilegio, uno de los varios episodios que aquí acontecen, esta vez sí, en castellano. También hay aproximaciones al euskera, bable, portugués y hasta al occitano-aranés (Vas entà naut, con Alidé Sans y Javier Otero), o con el inconfundible y cada vez más mediático Andrés Suárez (Reconociéndome), o con su sucesor en Berrogüetto y tantas veces hermano de aventuras, Xabier Díaz (Sen remordementos). En realidad, curiosamente, casi la firma de mayor renombre, la de Iván Ferreiro, es la que más desdibujada queda: al ex de Piratas se le intuye algo descolocado de tesitura, y en general en el proyecto, a la hora de abordar Cedeira, su primera grabación en gallego. Coincide todo ello con Pola beira da canción, el completo volumen biográfico de Pepe Cunha sobre nuestra cedeiresa de oro. Acabará cayendo todo por su propio peso: Guadi es una de las voces más evidentemente grandes de la península al completo, no solo de su rincón noroccidental.

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