John Prine se nos murió (nunca habrá epítetos para maldecir lo suficiente al coronavirus) siendo toda su vida un tapado, uno de esos ilustrísimos secundarios que acaban asumiendo con naturalidad que el foco principal de la historia nunca apuntará hacia sus figuras. Su caso puede recordarnos un poco a Elliott Murphy porque tanto el uno como el otro figuran entre las debilidades y ascendentes confesos de ese tal Bruce Springsteen, un hombre que les centuplica en repercusión pero se alinea en talento. Y ni siquiera un disco tan accesible y afable como este, que buscaba sin disimulo su reenganche a la primera línea, arrojó los resultados de popularidad que habría merecido.

 

Prine continuaba en la división de los virtuales desconocidos allá por 1995, pero Ryko –la discográfica de los cedés tintados en verde– entendía que su potencial seguía siendo enorme; más aún en un momento en que ni Springsteen ni Tom Petty, por poner dos ejemplos paradigmáticos, atravesaban sus años más dulces ni inspirados. Lost dogs… es un disco magnífico de producción límpida, incluso comercial, para limar las reticencias de quienes no estuvieran tan familiarizados con la aspereza del country & folk más enraizado. Pero el sonido cristalino de nada serviría sin un repertorio sólido, y el de aquí lo era. Mucho.

 

Escuchemos Same thing happened to me. ¿Podría superarlo con creces J. J. Cale? Prestemos atención a This love is real, una de esas melodías inexpugnables. ¿No parece Marianne Faithfull esa segunda voz que asoma por ahí? Y, por supuesto, maravillémonos con Lake Marie, canción que alterna estrofas recitadas con un estribillo para tararear hasta el final de los días.

 

¿Puede algún primer espada del country hacerle una sola salvedad a Ain’t hurtin’ nobody? ¿Puede empezar un disco con un riff tan pegadizo como el de New train? ¿Y acabar con la hondura de un vals como I love you so much it hurts, donde el piano es cortesía de Benmont Tench? El tapado nos dejó muchas pepitas refulgentes por el camino; justo es ahora seguirle el rastro.

One Reply to “John Prine: “Lost dogs + mixed blessings” (1995)”

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