Juerga y vino es un disparate sin disimulos, un delirio maravilloso. La obra del granadino David Montañés, o de la banda a la que le cede su apellido para el bautismo, descarrila desde el primer compás porque no tiene el menor interés en seguir el surco de ningún camino preestablecido. Como si del hijo de una jarana empapada en alcohol se tratase, este trabajo exacerba el valor de los postulados más iconoclastas. Es un disco de folk a cargo de unos músicos que ni son folcloristas ni quieren ejercer como tales. Solo les interesa la curiosidad, y en esa búsqueda de caminos alternativos se muestran implacables.
La canción titular abre el trabajo con aires de fandango, repiqueteo de castañuelas y el aire camerístico que aportan flauta y violonchelo. ¿Se puede pedir más? Sí: una letra bufa, irreverente pero cargada de verdad, más henchida de sorna que de chiste fácil. Son constantes que acabarán repitiéndose aquí y acullá en este disco heterodoxo, difícil de clasificar y propicio para la sorpresa y el enamoramiento progresivo, a poco que las ideas preestablecidas se queden confinadas bajo siete llaves.
No me preguntes más, por ejemplo, tiene algo de ese humor hogareño y naïf de Vainica Doble. Pero las palabras pueden ser mucho más afiliadas, cuidado; sobre todo en El meteorito, que bajo su cándida apariencia musical (en compás ternario, como casi todo el disco) encapsula una crítica escocida y demoledora a esta sociedad del griterío desinformado: “Mientras nos sigamos peleando / no le veremos las orejas al lobo / Seremos como los dinosaurios / votando y alabando al meteorito”.
Hay algo de río en este álbum amante de los meandros: un romance por aquí, un fandanguillo por allá, la recuperación y adaptación de coplas seculares, la tradición folclórica coral en Nada hay mejor en la tierra… David Montañés es pianista de formación clásica (escuchen el minuto escaso de Carmen de los mártires) al que se le ha visto colaborar con Lagartija Nick, Estrella Morente o Los Planetas. Entre sus aliados figuran la siempre peculiar Lorena Álvarez, vocalista de fragilidad, o Alonso Díaz Carmona, compositor y líder de Napoleón Solo. María Vallejo y Moncho Rodríguez habían aflorado antes como dúo bajo el nombre de Fandilla Folk.
Pero más allá de los méritos curriculares, que son abundantes, queda la sensación de encontrarnos ante un trabajo singularísimo y libérrimo, desconcertante para bien. Extremodurista en actitud; lorquiano y hasta carloscanista en vocación. Viva Granada, nuevamente.