Queremos ya tanto a Rufus Wainwright a estas alturas que estamos dispuestos a perdonarle prácticamente todo. Incluso que, entretenido con ocupaciones mayormente peregrinas (escribir su segunda ópera, ponerle música a los sonetos de Shakespeare), llevara ya ocho años, desde Out of the game, sin entregarnos un álbum de pop. Pero si de antemano andábamos predispuestos a la condescendencia, por tratarse aquí de quien tratamos, los 52 minutos de este deslumbrante regreso tan solo nos dejan la alternativa de la más rendida admiración. Porque algunas (muchas) de estas 12 canciones que el hijo de Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle ha ido forjando durante estos años son extraterrestres.

 

RW transita ya por unos muy respetables 46 años, ni es ni pretende parecer el querubín que nos clavaba la vista desde la portada de su debut homónimo (1998) y, muy al contrario, ahora se nos retrata en blanco y negro, con el gesto ladeado y una barba tupida de la que no pretende camuflar una sola cana. Es la estampa del hombre hecho y derecho que se dispone a afrontar su gran obra de madurez. Y Unfollow the rules lo es, la miremos desde cualquiera de las ópticas posibles. Rutilante, grandiosa, compleja, solemne, amenísima y sin un solo tema que redunde en el discurso de sus acompañantes. Alguien dijo que era su Pet sounds de la mediana edad, y no parece hipérbole descabellada: él nunca recaló en discursos de sol, playa y demás argumentos efímeros, pero aquí encontramos requiebros armónicos inabarcables, crescendos apoteósicos, una ambición sinfónica de la que solo es capaz una mente muy privilegiada. Y los asuntos que atañen al hombre que ya no puede permitirse coqueteos con la vida en el filo: ahora son su hija y su marido los principales destinatarios de sus mensajes, aunque siempre con más lucidez e ingenio que pompa recargada.

 

Hará falta tiempo para darse cuenta en toda su extensión de la enormidad de este repertorio. Desde Unfollow the rules, que comienza como una nana, a la belleza conmovedora de Alone time, otro ritmo de vals adornado con coros celestiales. O Early morning madness, un bolero que incluye un guiño melódico a Money, money, money, de ABBA, antes de desembocar en un totum revolutum sonoro que la convierte en el A day in the life particular de Wainwright.

 

Hatred deriva en una especie de sinfonismo electrónico que puede emparentarse con el trabajo de Perfume Genius, otro glorioso talismán en la comunidad creativa LGTBI. Igual que el influjo de Queen bien se le puede atribuir a Trouble in paradise, mientras que la instantánea y muy divertida You ain’t big parece escrita para una cantante de country de los años cincuenta. Todo transita, en realidad, entre lo fantástico y lo sencillamente sublime. Cualquiera que escuche declaraciones de amor a la vida como Peaceful afternoonOnly the people I love no tardará en comprenderlo. Pero, a día de hoy, puede que ni un solo compositor vivo fuese capaz de igualarlo. 

One Reply to “Rufus Wainwright: “Unfollow the rules” (2020)”

  1. Eres el mejor haciendo crónicas de Rufus Wainwright, y otros profesionales.
    Gracias por tu crítica. Siento de veras que no hayas tenido oportunidad de volver a entrevistarle durante la promoción.
    Un saludo,
    Martta

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