Lo más asombroso de “The prophet speaks”, cuadragésimo álbum en estudio de Van the Man, no es que sea su cuarto álbum consecutivo en apenas 14 meses, o el quinto en poco más de dos años. El amigo Morrison nos ha regalado la friolera de 74 nuevas grabaciones si sumamos los cortes incluidos en el fantástico “Keep me singing” (2016) y los hermanos mayores de esta entrega que hoy nos ocupa, “Roll with the punches” (2017), “Versatile” (2017) y “You’re driving me crazy” (2018), pero fascina aún más el buen humor, la vitalidad, el desparpajo que transmite nuestro Profeta ya desde esta insólita portada, que nos muestra a un norirlandés cómico y sonriente. Desconocido. Morrison suma 73 primaveras y, como tantos coetáneos (Dylan, Young, McCartney), pisa a fondo el acelerador ante la evidencia de que no quedan muchos capítulos que agregar a la autobiografía, pero “The prophet speaks” es el testimonio de un hombre satisfecho y orgulloso, de un referente fundamental para nuestra música y nuestras vidas que se marca un memorable aquí-estoy-yo y ahí-queda-esto. Un golpe de autoridad en la mesa, evidente en los seis temas de autoría propia y reciente que se deslizan entre los 15 cortes del álbum. “El profeta habla y nadie escucha”, avisa, para quien quiera tomar nota, el tema central de un disco que aporta las dos mejores composiciones de Morrison en años, la enternecedora “Spirit will provide” y la sencillamente fabulosa “Got to go where the love is”, que remite a lo mejor de sus gloriosos años setenta. A “The prophet speaks” le sobra algo de minutaje, porque no se entiende bien el empeño de Tío Van en facturar versiones de blues sin freno. Pero no es un disco solo accidental o afable, sino maravilloso.

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