En las clasificaciones de los discos más marcianos de 2018, este “Unusual sounds” debería figurar en lugares destacados siempre. El título es franco y elocuente (“Sonidos inusuales”), pero hemos apelado a los habitantes de otro planeta, no a ningún disparate ni delirio. Qué va. “Unusual sounds” es, pese a su extravagancia, un álbum extremadamente accesible y disfrutable. Los recopiladores del sello Mexican Summer le dedican esta obra en último extremo histórica a unos músicos anónimos que trabajaban a destajo y a precios de saldo sin conocer siquiera el destino último de sus obras. Todo proviene de las pesquisas de un maravilloso locuelo de Texas (esos que ahora han dado en llamarse “friquis”), un tal David Hollander, que lleva media vida obsesionado por la música de catálogo o librería, esa que sirve para un roto o un descosido. En primavera publicó un amplio ensayo al respecto, “Unusual sounds. The hidden story of library music”, del que esta generosa entrega de 20 cortes sirve como banda sonora. Hay que ser extremadamente melómano, cinéfilo o televidente para conocer un solo nombre de los aquí involucrados: yo mismo lo ignoraba todo tanto sobre estos 20 músicos como de las películas de serie B, series de medio pelo o imágenes presuntamente terroríficas a las que pusieron música. Pero, quizá contra pronóstico, todo resulta sabroso y amenísimo. Esos autores ignotos sabían que nadie les prestaría demasiada atención, así que se desenvolvieron con una libertad creativa insólita: hay aquí música “lounge”, psicodelia, antecedentes del “ambient” (el extenso “Group meditation”, de Joel Vandroogenbroeck y Marc Monsen, es magnífico), coros femeninos de los que no renegaría nuestro Alfonso Santisteban e incluso un único ejemplo vocal, “You’ve got what it takes” (Lee Hurdle), que parece presagiar la era del disco. Todo un hallazgo para curiosos impenitentes.

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