Habrá quien intente reducir el trabajo de Young Gun Silver Fox a un mero ejercicio de estilo, pero que los estrechos de miras no te priven de uno de los discos más deliciosos y disfrutables que nos ha regalado la nueva temporada. Tras este nombre extenso, pero que debemos memorizar con urgencia, se esconden dos amigos británicos que montaron YGSF como divertimento paralelo a otras ocupaciones pero seguramente sean ya conscientes de que se traen entre manos el juguete más gozoso que han manejado jamás. A Andy Platts, el moreno jovenzuelo, le teníamos ya fichado como el jefe de filas de Mamas Gun, una banda de soul liviano a través de la que también dispara un repertorio contagiosísimo. Shawn Lee, el hombre de la larga melena lacia, ha sido escudero de Saint Etienne y se encarga de producir este tercer álbum del tándem. Entre los dos han edificado un maravilloso universo anacrónico, en el que todo lo que acontece remite a unos años setenta pletóricos de luz, melodía y seducción de crucero. Porque Young Gun mira sin pestañear a las orillas de aquello que se dio en llamar yatch rock o soft pop, a las radios de onda media en la que se programaba música adulta y sofisticada. Nada en Canyons, en efecto, no estaba inventado ya con antelación, pero sería ridículo enrocarse en una objeción que se le podría formular a la práctica totalidad de álbumes que pasan por nuestras manos (los que sí inventanfórmulas, intersecciones o sonidos, por lo demás, no garantizan de antemano que esos inventos merezcan la pena). Sobre todo, que nada ni nadie nos prive de los dos temas inaugurales de este trabajo, Kids Who needs words, de largo entre lo más delicioso y selecto que nos ha ofrecido hasta la fecha este 2020. La huella de Daryl Hall & John Oates es la más evidente en esos casos y en buena parte del trabajo, pero divirtámonos buscando influencias: desde Earth, Wind & Fire en Dream woman (los metales son fantásticos a lo largo de todo el disco; atención a Just for kicks) al Lionel Richie de All night long en Long distance love affair, con Steely Dan, los últimos Doobie Brothers o Boz Scaggs siempre en el retrovisor. Ya AM Waves(2018) era un aviso muy serio, pero en Canyons, sencillamente, no falta nada. Ni siquiera el baladón final, All this love, con despliegue de falsete y romanticismo en vena. No los pasen por alto: Shawn y Andy son canela en rama.

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