En casa de Ronald Eldon Sexsmith, componer grandes (y hasta grandísimas) canciones es como coser y cantar. Son ya tantos años constatándolo que nos hemos habituado a ello, pero en realidad debería ser motivo de estupefacción. Porque Hangover terrace es un disco felizmente previsible hasta los tuétanos, un día más en la oficina. Pura magia convertida, por gentileza de las musas y el oficio, en una suerte de rutina. Sexsmith coge guitarra, lápiz y papel para engarzar una preciosidad detrás de otra, como si fuera sencillo enlazar tres minutos preclaros detrás de otros tres minutos impecables y otros tres minutos prodigiosos. Y así, hasta que ya no caben más títulos en la contraportada, que ha de apurar su espacio para dejar constancia de las 14 composiciones que integran esta nueva entrega de este hombre nacido con un don.
Puede que esa aparente facilidad en la escritura, que además es prolífica, haya convertido a Sexsmith en un autor infravalorado a niveles en ocasiones flagrantes. Y todo ello nos lleva a constatar que la mera conclusión de que Hangover… es un trabajo precioso y adorable tiene, en cambio, escasa condición de noticia: viene a ser lo que esperábamos, lo de siempre. Business as usual.
Pero no dejemos de poner sobre la mesa que Don’t lose sight es una preciosa declaración de amor a media luz (y a medio ritmo), una declaración de intenciones en cuanto a ternura y serenidad que marca la pauta para un álbum sin sobresaltos. Todo transcurre entre el notable y el sobresaliente alto, con más estrofas conclusivas que estribillos y con los mejores aderezos posibles cuando el argumento llama a incrementar la intensidad emocional: un estupendo cuarteto de cuerda, un trío latino de metales (tres hurras por esos The Grooveline Horns, tan profundos y sutiles) e incluso un coro alborozado para la revitalizante When will my morning come.
No nos cansemos en nuestro ejercicio de enamoramiento hacia este hombre de mirada y timbre tristones, de escritura sensible y liberada por completo de nociva testosterona. Ron es un tesoro y Hangover terrace lo ratifica por enésima vez. En realidad, es la ocasión número 18 en que tenemos oportunidad de constatarlo, porque Sexsmith, en una práctica nada habitual, concluye la reproducción de las letras y demás notas de créditos con el listado de sus “Other albums”. Para quien quiera abundar en una magia que, como todo lo inexplicable, no tiene un ápice de rutina.