Medio mundo, o una parte significativa de él, habrá invertido parte del fin de semana en escuchar, insistir en la experiencia y reiterar los repasos al decimoquinto elepé de Depeche Mode, en cierto modo el más esperado de toda su discografía y, con el calendario en la mano, el que más se ha hecho esperar. Martin Gore y Dave Gahan nos habían habituado a una demora cercana a los cuatro años para cada nueva visita al estudio de grabación, pero esta vez la espera se ha ampliado hasta los seis. Y quién sabe en qué medida propiciado por el más luctuoso de los acontecimientos, el trabajo resultante puede que sea el mejor de toda su trayectoria a lo largo del siglo XXI.
Todos recordamos con agrado Sounds of the universe (2009), pero Delta machine 2013) ya se nos hizo más rutinario y Spirit encendió las luces de alarma en 2017 ante los evidentes signos de fatiga, de reiteración en la aplicación de fórmulas a las que ya no se les podía exprimir mucho más. De ahí que la banda se hubiera conjurado para un rearme artístico cuando, el 26 de mayo de 2022, una súbita e inopinada afección cardiaca terminó con la vida de Andy Fletcher, miembro fundador y tercer vértice de los británicos. La conmoción infinita ha acabado traduciéndose en espoleta. Memento mori habla de la muerte, mucho, pero no es un disco siempre atribulado. Y, desde luego, incluye algunas de las composiciones más hermosas de Gore, pero también de Gahan, en mucho, mucho tiempo.
My cosmos is mine, una apertura muy parecida en sonido y argumento a Welcome to my world (el primer corte de Delta machine), ya introduce el factor de la mortalidad cuando desliza en su larga nómina de negativas un par de lamentaciones en torno al amigo desaparecido: “No últimos alientos / No muertes sin sentido”. La queja y el dolor perdura en Wagging tongue (“Ver morir a otro ángel”), inusual colaboración de Gore y Gahan en la autoría, hasta desembocar en la bellísima y esplendorosa Ghosts again, primer sencillo y la canción más emocionante, cristalina y directa de DM desde tiempo inmemorial, como si el recuerdo del ángel caído, un amigo de la infancia más que mero compañero de fatigas, llevara a aparcar los sonidos industriales por el synth pop de aquellos años jóvenes e iniciáticos.
Una parte no pequeña del encanto de Ghosts again puede provenir de la inesperada colaboración de Gore en la escritura con Richard Butler, el hombre al frente de Psychedelic Furs, sobre cuyo tardío regreso al estado de gracia ya tuvimos muestras hace menos de tres años con Made of rain, la inesperada reaparición de su banda. La alianza con Butler se extiende a otros tres títulos magníficos, Don’t say you love me (con aderezo de cuerdas), My favourite stranger y la palpitante y guitarrera Caroline monkey. Pero la inyección de sangre fresca ejerce un efecto contagio en el ahora dúo, obligado a demostrar quiénes siguen siendo. Gore se reserva la voz para la balada Soul with me, atípica en los cánones depechistas y en la que casi ejerce de crooner, y en el tercio final del álbum desliza dos páginas fantásticas que además enlazan con títulos muy célebres en el catálogo de Depeche Mode de los años ochenta, People are good y Never let me go. Pueden considerarse una concesión nostálgica, pero ese acceso de vulnerabilidad las vuelve particularmente adorables. Y en esas Gahan, al que siempre tuvimos por un compositor sobrevenido y celoso del puesto de mando que ocupa Martin, se destapa con quizá sus dos trabajos más sobresalientes, la intensidad de Before we drown y el lamento final de Speak to me, que cierra el álbum con un crescendo de guitarras y distorsión sencillamente memorable (y eso que quizá, entrados ya en el trance, pudiese haberse prolongado algunos segundos más).
Fletcher nunca compuso en Depeche Mode y se le reconocía un papel más afectivo que decisivo en términos musicales, como si aportase la argamasa necesaria para limar asperezas entre sus otros dos compañeros. Su adiós ha propiciado, a partir del desmoronamiento anímico inicial, un revulsivo de creatividad inapelable. Nunca les habíamos escuchado tan conscientes de lo inevitable, en términos humanos y también como formación. Pero Memento mori, sin ser un trabajo de encanto instantáneo, recupera al grupo mayúsculo del que no había refrendos tan claros desde hace más de un cuarto de siglo.
Creo que las canciones de este álbum cobran más sentido en el directo. Este pasado martes pude presenciar el que para mi ha sido uno de sus mejores shows que he presenciado desde 2017. Y muy de acuerdo con todo lo que dices Fernando.
Gracias por escribir, Borja. Fue una noche para enmarcar, desde luego que sí: una suerte y un privilegio haber sido testigos de ella.
Dicen que no hay mal que por bien no venga ..y al parecer la muerte de flecher quizás a influido en parte al encantador disco que nos ha devuelto a estos seres raros que son despache mode
Algo ha influido, sin duda. O bastante. Gracias por escribir, tocayo 🙂
Muy buena reseña, quizá con la que más coincido de las que he leído sobre el álbum. Siendo diferente a Playing the Angel, este Memento Mori lo situaría casi casi a su nivel. Suenan convincentes e inspirados y eso es una gran noticia para los devotos. Never Let Me Down, Speak To Me, Before We Drown y Ghosts Again son sobresalientes en un trabajo donde no sobra ni falta nada.
Un 10