Hubo un periodo en que a los New Bohemians de la gran Edie Brickell los dimos por perdidos y hasta amortizados, a la vista de su primera disolución en los noventa y los posteriores 12 años de silencio discográfico que mediaron entre Stranger things (2006) y Rocket (2018). Eso explica que nos encontremos ahora tan solo ante la quinta entrega de la banda, a pesar de que aquel exitazo tan adictivo que era What I am y su correspondiente álbum (Shooting rubberbands at the stars) nos remonte, créanselo, hasta 1988. Pero aquí estamos, con la felicidad de los reencuentros refrendados. Edie Arlisa Brickell ya no es aquella veinteañera que fue cuando su nombre saltó a todos los titulares y listas de éxitos, pero a sus casi 55 primaveras se agradece el tono vigoroso, optimista y relampagueante que alumbra este Hunter and the dog star, álbum de centelleos y estribillos, quizá lo más instantáneo y agradecido que ha grabado nunca.
La conexión con aquella chica folkie y jipi de 1988 la marca la trepidante pieza inaugural, Sleeve, donde el timbre de Brickell y hasta el fraseo recuerdan muchísimo a Suzanne Vega. Pero las conexiones con la década de los ochenta terminan aquí, como si Edie disfrutara especialmente propinándole un manotazo a las tentaciones de recalar en la nostalgia. De ahí que el segundo corte, Don’t get in the bed dirty, se enriquezca con una inflexión bailanga y casi funk, lo mismo que con la rotunda y orgullosa My power.
Brickell podría pasar por cantautora de libro, pero esta vez no van por ahí los tiros. Claro que vive en Nueva York y es desde hace casi 30 años la pareja de Paul Simon, pero esta vez reivindica el músculo y desparpajo de sus orígenes texanos. Incluso se ha ido a grabar Hunter… a los estudios Arlyn de Austin, bajo la supervisión del productor Kyle Crusham. Y eso se traduce, por ejemplo, en la muy vaquera y extremadamente pegadiza Horse’s mouth. O en la ocurrencia de un single muy tarareable, Tripwire, que sin embargo, y en contra de toda lógica comercial, se prolonga durante unos muy escuetos ¡88 segundos!
Hunter and the dog star no solo se pasa en un vuelo, sino que tampoco da tiempo a cazarle en el renuncio de alguna pieza de relleno. Stubborn love, por ejemplo, parece con vocación incluso comercial. Y también las baladas (I found you, Miracles y Evidence), que se relegan de manera consecutiva al último tercio del trabajo, tienen enjundia. Sobre todo la primera, con batería y guitarras elaboradísimas en la solemnidad de su mensaje arrobado.
Tu reseña trajo cola:
http://www.comunsinsentido.com/2021/03/edie-brickell-new-bohemians-sleeve.html
Gracias
Gracias a ti por la cita, Alberto! Un placer 🙂
Sorpresón. Y entretenidísimo, además. Me acabo de pasar un rato estupendo siguiendo tu recomendación.
Gracias
Me alegro mucho, Alberto. Es un caramelito. Adictivo y ameno, estupendo e inteligente. Se pasa en un vuelo 🙂