Es un suponer, pero démonos el gusto de fantasear: si Emmylou Harris tuviera a día de hoy 40 años menos, quizá le saldría un disco no muy alejado de este Gypsy. Frente a la maraña de novedades a destajo y con esos consumos abruptos y compulsivos que se estilan en las presentes circunstancias, corremos el riesgo de que un disco como este, humilde y honesto, apartado de modas y pirotécnicas y radical en su concepto de la música popular como un tesoro vivo, pase inadvertido. Sería una auténtica desdicha, puesto que nos encontramos ante un álbum iridiscente, luminoso: una transfusión de sangre en toda regla para la música campestre. Nuestra rubia de Idaho acaba de cumplir 40 abriles, lo que habla de una trayectoria en plena expansión, pero conviene avisar de que cumple ya su novena entrega discográfica. Y Gypsy, integrada por 12 canciones originales, tiene todas las trazas de ser lo más serio, inspirado, vibrante y arrollador que ha grabado jamás. En España nos familiarizamos con ella sobre todo a partir de Sea of tears (2009), que incluía aquella espectacular lectura del clásico Shakin’ all over, pero su apuesta actual por la autoría propia demuestra un nivel de confianza que puede tener bastante que ver con una madurez pletórica. Eilen no necesita clásicos, sino que se postula a escribirlos. Ya sea con su trasfondo de blues y garaje, como en Crawl; ya, con la sorna cantarina y casi cómica de 79 cents (The meow song). Gypsy puede sonar bucólico, como sugiere ese título de connotaciones errantes; pero también urbano, eléctrico, enrabietado y, ya puestos, reivindicativo, político y salpimentado de humor. Las guitarras sugieren urgenia y no les importa crepitar al lado de violines o mandolinas. En realida, Jewell atraviese por ese punto dulce de inspiración en que todo parece salirle bien a las primeras de cambio, desde la balada dolorida (Fear) al tonillo honky de These blues. Parece un catálogo estilístico en torno al country y territorios vecinos; por eso suena tan natural, por eso acabará seduciendo a oytentes amantes de la esencia, sin necesidad de que luzcan sombrero vaquero. Porque sobran etiquetas y faltan voces con tanto empaque como la de esta muchacha.