David Ivar Herman Dune engrosa desde hace años esa larga lista de autores notabilísimos del pop que nunca han llegado a gozar de un predicamento equiparable a su excelencia, una nómina en la que podríamos anotar un puñado de nombres entre los que Josh Rouse, Jens Lekman, Sondre Lerche o Teitur vienen desde el primer instante a la memoria sin necesidad de exprimirla. Nada hace pensar que ese desequilibrio entre los méritos del artista y su relevancia y repercusión vaya a corregirse ahora, sobre todo porque tenemos a la justicia poética de vacaciones indefinidas y a nuestro escepticismo en horas altas, pero este Odysseús, el ¡decimoquinto! elepé del proyecto, aporta un puñado de títulos notabilísimos para engancharse a la causa y, en general, la más sólida y coherente colección de canciones en un buen puñado de años. 

Como buen geniecillo, el trovador franco-sueco afincado en San Pedro (Los Ángeles, California) tiene cierta tendencia a la dispersión, el orden confuso y las ideas dislocadas, y ello se traduce en proyectos fragmentarios como sus recientes tres epés de The portable (versiones acústicas y minimalistas de sus propios clásicos) o incluso una digresión de temática navideña. Pero Odysseús es, a diferencia de esos otros proyectos de baja intensidad, un álbum largamente acariciado y con un cierto empaque temático, puesto que remite a una situación traumática en torno a la pandemia (sí, el coronavirus aún sigue teniendo consecuencias creativas) y a la figura homérica de Ulises y su Odisea como marco argumental. Que nadie se asuste: lo que aflora, a raíz de todo ello, es una docena de pequeñas miniaturas de folk-pop adorable, ensoñador (y hasta somnoliento) y pletórico.

Dispongámonos, pues, a un disfrute de tenue hedonismo, el que procura esa “arena en mis zapatos” que repite intensivamente Sneakers in the telephone line e invita con el tañido del bottle neck al tardeo desde la primera línea de playa; o, en la misma línea, a la leve sensualidad perezosa de ese “¿Qué es una puesta de sol sin ti?” que ejerce como leit motiv para el título central del disco. Prestemos atención al Dune de voz más arrastrada y emotiva en la preciosa Tune out y al barbado enamoradizo que para Buffon of love comparte con su mujer, Mayon, la felicidad de un reciente matrimonio. Y así, buena parte de una entrega que acompaña con el pulso tierno de quien mece a una criatura o se funde en un abrazo más cándido y cómplice que ardoroso.

Tal es el código vigente en Odysseús, una obra proyectada a raíz de que su protagonista se viera atrapado en completa soledad en un hotel del barrio judío de Montreal (Canadá) durante las primeras semanas de la catástrofe y adoptase una pose más intimista, ensimismada y meditabunda de lo que ya de por sí le dábamos por descontado. De ahí los ecos a Leonard Cohen, canadiense eterno y universal, o la sensación de que este elepé enamoraría sin duda a la hinchada de Beirut, más numerosa pero completamente homologable con la de Herman Dune. Buena –y hasta inmejorable– ocasión de pillar el tren de David Ivar, ahora que se nos ha vuelto incluso tímidamente optimista: el homenaje póstumo de A river keeps running (when a good man dies) representa, en realidad, un sonoro canto a la vida.

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