Me gusta Xoel López. En ocasiones bastante, a veces incluso mucho. Me gusta este nuevo disco de Xoel López. Entre bastante y mucho, más en concreto. No tanto como ‘Atlántico’ (2012), al que sigo teniendo por cumbre momentánea de su ya vasta trayectoria, pero sensiblemente más que ‘Paramales’ (2015), que, en contra del consenso generalizado, siempre vi como una entrega dispersa, buenrollista hasta la autocomplacencia, poco consistente. ‘Sueños y pan’, no. Este es un álbum bonito hasta en el título, comenzando por ahí. Mira menos al ancho mundo alrededor (hemos pasado de ‘Patagonia’ a ‘Madrid’) y más hacia el interior de nuestros corazones; sobre todo, del que late en el pecho del autor, un tipo de sensibilidad norteña y atípico talante expansivo. Quizá en esa ambivalencia radique uno de sus mayores encantos. El otro, enorme, es la melomanía. Xoel es de los músicos que vive enamorado de la música, de los que la necesita como el pez a la branquia. Y no, no se trata de un mínimo común entre sus congéneres en el oficio. Hay de todo al respecto, pero nos llevaríamos más de una sorpresa. El coruñés se ha permitido esta vez una pizca –un ‘anaquiño’ más de melancolía, alguna primera persona más confidencial y ensimismada. ‘Jaguar’ me pareció un adelanto algo redundante, un regreso a esas fascinaciones tropicales que ya conocíamos en formulaciones previas. Y ‘Durme’ es una nana breve y anecdótica que probablemente nos podríamos haber ahorrado. Me maravilla, sin embargo, la retahíla confesional y noctámbula de ‘Insomnio’, una de las páginas más hermosas que le recuerdo a este hombre. Me divierte el toque nostálgico pero a la vez despendolado de ‘Serpe’, que mezcla recuerdos infantiles con unos teclados tan chillones que parecen nacidos en algún guateque ochentero. Y asombra la habilidad y la versatilidad que late en melodías tan atípicas, sinuosas y originales como ‘Frutos’, ‘Balas’ o ‘Lodo’, que solo pueden haber nacido en un cerebro privilegiado. Sí, todos los diez títulos en ‘Sueños y pan’ son de una sola palabra. Otro indicio de esa mayor economía, de esa sencillez que no es tal, de esa mirada interior. Grande, Xoel. Entre bastante y mucho.