Esta sexta entrega de Weaver cumple con precisión un viejo axioma: un disco de portada tan hermosa no puede ser un mal disco. Jane siempre fue una rara, y eso forma parte de las bendiciones. Próxima al folk psicodélico, de un tiempo a esta parte coquetea con el ‘krautpop’, lo que en esta ocasión le lleva directamente a caer en brazos de Can (Malcolm Mooney canta en ‘Ravenspoint’) y a mecerse en las aguas del ‘dream pop’, por completar el catálogo de etiquetas en idiomas diversos. Weaver es moderna; mucho. Y cósmica, no digamos. Escuchar ‘Did you see butterflies’ y enamorarse es casi la misma cosa