Con una mujer que nos tiene acostumbrados a su capacidad para hacer de todo, la figura del álbum en solitario o de emancipación, siquiera temporal, parecía una asignatura pendiente clamorosa. Prueba superada: Jehnny Beth se desliga por ahora de Savages, donde el nivel alcanzado era ya considerable (y no digamos la repercusión), para firmar en nombre propio un trabajo tan oscurísimo como su portada, pero más diverso y panorámico que junto a sus compañeras. Adscrito al pop electrónico o, mejor aún, al industrial, pero con sus ribetes de jazz y de torch songs, esas canciones de amor anhelante y no correspondido.
Es un disco solista, claro, pero de espíritu acentuadamente colaborativo. Y con una mayor gama de ingredientes que bajo la disciplina de Savages, una formación mucho más severamente circunscrita a los parámetros del post-punk. Aquí la personalidad atormentada, visceral e inquietante de nuestra actriz, escritora y cantante de origen francés se acentúa con exploraciones tan radicales como I’m the man, violenta y perturbadora como solo le podríamos imaginar a PJ Harvey. Eso, justo después de la irrupción del actor Cillian Murphy en el breve e inquietante recitado de A place above, y como preámbulo de la fascinante The rooms, la pieza más elaborada y poliédrica del lote: su apertura, entre la trompeta y el violonchelo, remite a los experimentos más prometedores de esa nueva e imparable generación de jazzistas británicos.
La producción se la reparten Flood y AtticusRoss, sinónimos en ambos casos de modernidad rupturista. No es un álbum plácido ni de acceso instantáneo; incluso puede convertirse en un inesperado manifiesto sobre la necesidad de apurar cada minuto de vida ante la evidencia de que nuestro día a día puede complicársenos cuando menos lo esperábamos. Hay algo, sí, de banda sonora involuntaria para tiempos de pandemia. Pero hay, sobre todo, el empeño por arañar y dejar huella. Ahí tenemos Heroine, donde Jehnny se comporta como una Kate Bush rejuvenecida e irritada por el signo deshumanizado de los nuevos tiempos. O How could you, de furia redoblada (¿o triplicada?) a partir de la participación de Joe Talbot. Un espejo incómodo, muy incómodo, en el que contemplarnos.