Ha atravesado momentos de mayor popularidad el gran Kenny Neal, hijo del ilustre Raful Neal (el armonicista de Buddy Guy, sin ir más lejos) y uno de los más significados representantes del swamp blues o blues del pantano que lleva décadas floreciendo en torno a Baton Rouge y Nueva Orleáns, esas dos mecas de la melomanía que desde el estado de Louisiana tantas alegrías han expandido por medio mundo. Neal tuvo años de mucha relevancia dentro del gremio de los más eléctricos del blues, en particular gracias a Hoodoo moon (1994) y demás trabajos de la época para el cotizado sello Alligator Records. Nada que envidiar a aquellos tiempos, puestos ahora a ponernos al día con sus andanzas.
Puede que las antenas ya no estén tan pendientes de sus señales a estas alturas, cuando se cumplen 35 años de su estreno discográfico, pero el ya sexagenario bluesman imparte unas cuantas magistrales de escritura, interpretación y hasta empatíaen este estreno para los alemanes de Ruf Records. Son 11 temas con un cierto regusto melancólico y de añoranza hacia los viejos tiempos, y el caso más evidente lo encontramos con New Orleans, un trepidante canto de amor a la patria chica. Lo encontraremos como corte final del trabajo, quizá para hacernos entender mejor que siempre le encontraremos, en persona o al menos en espíritu, fuertemente aferrado a las esencias de la tierra.
Esa misma mirada a los orígenes explica que la pieza inicial, Blues keep chasing me, sea un homenaje al excelso Lucky Peterson, mientras que el reconocimiento al más grande del gremio, B.B. King, queda reservado para Mount up on the wings of the king. En ambos casos, Neal deja a las claras su habilidad versátil para los punteos, siempre accesibles y más generosos en melodía que en virtuosismo barato. Y para el tributo a papá Raful (1936-2004), que tampoco podía faltar, se reserva un tema ajeno particularmente sentido y hermoso: Someone somewhere, de Junior Parker, un medio tiempo muy sentimental en el que no faltan unos cálidos arreglos de metales que remiten más al rhythm ‘n’ blues que al blues clásico.
El brindis por la música de su ciudad se explicita elocuentemente en Louis Ana (el juego de palabras es fácil de cazar) y Bon temps rouler, que en ambos casos cuentan con el respaldo del acordeón y la tabla de lavar de The Zydeco Twisters, otros de los garantes de la tradición local en torno a la música zydeco. Pero, puestos a completar la nómina de sentimentalismos, prestémosle atención a la balada I’ll play the blues for you, la más ardorosa, cálida y seductora en todo el lote. Lo de tener y retener es una evidencia en el caso de Kenny Neal, en una forma aún magnífica como para que los aficionados al blues en formato grande no puedan ya darle por amortizado. De ninguna manera.
Tengo sus vinilos editados en Alligator y la verdad es que le había perdido la pista. Esta reseña me ha servido para corregir ese despiste.
Saludos Fernando.
Me alegro mucho de que te haya resultado de utilidad, Mariano. ¡Y guarda como oro en paño esos vinilos de Alligator! 🙂