A Elefantes no se les puede negar una sinceridad cabal e inquebrantable. Van de frente, aplican siempre el criterio de transparencia y no se molestan en disimular ni por un segundo su condición de tipos soñadores, idealistas y, sobre todo, ultrarrománticos. Por eso, a la hora de conmemorar sus tres décadas de actividad –un mérito rotundo e infrecuente–, ilustran la portada de esta antología con ese plano primerísimo de una flor, símbolo por antonomasia de la pasión, la entrega y las energías compartidas. Y puestos a completar la entrega con el consabido tema inédito, componen uno titulado Este amor. Explícitamente.

 

Ellos son así y no lo ocultan. Y les honra. En realidad, se han convertido en herederos de la mejor tradición del pop melódico de los setenta, aunque quizá no fuese esa exactamente la intención inicial. Su formación y orígenes entronca con el rock y las guitarras eléctricas, pero el instinto les ha acercado hacia ese tono fucsia que –cero disimulos– abarca toda la carpeta.

 

Fue esa intuición la que les llevó a reformular Te quiero, de José Luis Perales, e interiorizarlo de tal manera que el cantautor conquense terminó dando por válidos los arreglos de Elefantes y haciéndolos propios en sus recitales. Aducirán que no tienen vinilos de Perales en casa, que nunca figuró entre sus artistas de cabecera. Pero la asunción de ese acervo común a varias generaciones, el reconocimiento a todos esos artistas con querencia al melodrama que copaban las listas hace cuatro o cinco décadas, hacen de estos paquidermos barceloneses unos caballeros luminosos, honrados y carentes de prejuicios.

 

Para contentar a seguidores fieles y a los más ocasionales, Elefantes han optado por la fórmula de un primer CD con los grandes éxitos más incontestables (Al olvido aparece en una alborozada nueva versión junto a Rozalén, Coque Malla, Mikel Izal, Ara Malikian y Noni, de Lori Meyers) y un segundo disco de colaboraciones y rarezas, esa típica mezcolanza amena porque termina apareciendo un poco de todo y siempre hay margen para hallazgos y aportaciones insólitas (¡ese Sabor a mí, bolerazo sin complejos!). Pero lo asombroso es comprobar, en cualquier circunstancia, la fidelidad del cuarteto a su propio ideario. Huyendo de la masculinidad rancia y envenenada, apostando por nuevas maneras sin arredrarse ante la incomprensión y hasta la burla. Y siempre, siguiendo la estela de esa finísima línea que delimita la sensibilidad y la sensiblería, aunque ellos acaban por difuminarla y colocan los pies donde les da la real gana.

 

Son excesivos, sin duda. Y a mucha honra. Por eso su primer mentor fue Bunbury, artífice de aquel Azul inaugural, un cuarto de siglo atrás, que aún hoy sigue disfrutándose sin remilgos. Las comparaciones entre Enrique y Shuarma se han expresado con frecuencia, pero el hermanamiento soñado habría sido en realidad con Camilo Sesto, del que el líder, cantante y compositor de Elefantes parece un heredero directo, solo que con los niveles de pathos, énfasis y engolamiento mucho más mesurados. Shuarma es Camilo acariciándose la melena frente al espejo y sopesando pintarse el rayo de Aladdin sane en mitad de la cara.

 

¿A veces se le va la mano con el azúcar? Indudablemente. ¿Y con un romanticismo de trazas posadolescentes? Puede que sí. Pero a la hora del balance final, después de tantos años, solo podemos estar muy a favor. Son teatrales y teatreros, amantes de los estribillos hiperbólicos y de la candidez que siempre asociamos a la bondad. Bravo por su coraje y por reivindicar, contra viento y marea, una cierta dosis de afectación. Y a por las tres décadas venideras.

3 Replies to “Elefantes: “30 aniversario o Tratado sobre jardinería” (2024)”

  1. Hola Fernando.
    Comencé a seguirlos con Azul y compré esa edición con los dos CDs uno de ellos en acústico. La primera vez que les vi en concierto fue en el Kafe teatro Antzokia y ya por aquel entonces Shuarma tenía que avisar, de manera jocosa, al inicio del concierto que el público venía a ver un concierto de ELEFANTES y NO de ELEFANTE que era una banda mexicana de rock pop que tuvo bastante notoriedad en España coincidiendo en el tiempo con nuestros patrios paquidermos.

    Los he seguido, sí, hasta hoy día, a veces demasiado azúcar… Pero tienen algo que a otros grupos les falta y creo que es ese toque tan personal y emocional… “Al olvido” una muestra de de letra, voz y estilo que los hace tan especiales.

    Gracias Fernando!!!

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