A veces acontecen episodios inesperados, confluencias hermosas; intersecciones que no podíamos prever en ninguna de las hojas de ruta al uso entre los artistas que conforman nuestro cada vez más vasto universo de la música popular. Ni Marc Jonson ni Víctor Ramírez gozan de gran celebridad, pero sí del prestigio entre quienes han atinado a seguirles a corta distancia: ambos son autores excelentes. Por lo demás, les separan un par de generaciones y un océano inmenso, pero los hados han querido que se conocieran y enrolaran en una aventura común que arroja estos 10 primeros resultados espléndidos. Y con un detalle más alentador aún: la discreta anotación de que nos encontramos ante el “Volumen 1” es promesa evidente de que llegarán, más pronto que tarde, nuevas suculencias.
Víctor es, y ya lo hemos avisado por aquí en alguna ocasión, una de las grandísimas joyas de la cantera valenciana. Siempre bajo el nombre artístico de Ramírez Exposure, siempre en inglés y adscrito a un pop soleado y preciosista en la tradición californiana. Jonson no sería su alter ego más evidente al otro lado del charco, en su condición de ilustrísimo de la escena neoyorquina del Greenwich Village que celebra justo este año el 50 aniversario de su disco de debut. Pero el septuagenario de Long Island y el milenial crecido junto al Turia se enzarzan en un mano a mano que parece casi un pique de cancionistas empeñados en demostrarle a su colega hasta dónde son capaces de llegar. Tiene algo de competición, sí, pero siempre desde un inmenso buen rollo. Porque el marcador final arroja un resultado de empate a cinco, en vista de que no hay filfa de la que desprenderse en estas 10 canciones que integran esta preciosa aventura trasatlántica.
La fórmula puede recordar en parte al disco que el cántabro Pablo Solo se sacó de la manga hace menos de un año en torno a la obra del venerable productor John Simon. Coinciden lo sorpresivo del encuentro, la química inesperada entre creadores que podrían ser padre e hijo, la insuficiente atención que le prestamos desde tierras ibéricas a criaturas tan brillantes y avanzadas como Solo y Ramírez. Pero en el caso de Víctor coincide que es él quien aporta cinco composiciones propias para batirse con las cinco de su amistosa contraparte. Y, pese a las diferencias en los DNI y los muchos miles de kilómetros de distancia, las sinergias no solo acontecen: también se amplifican. Marc y Víctor rivalizan por suplantar a Brian Wilson si los Beach Boys se animaran a rubricar un último álbum y requiriesen de material para estrenar a la altura de su leyenda.
Los coros y segundas voces, las diabluras armónicas, la sutileza en los paisajes, la sensación de que un sol clemente y propicio nos abraza incluso en los momentos en que arrecie la lluvia, como con Rain, rain, rain (de Ramírez Exposure, en este caso). Todo es ingenio y ternura aquí, como si durante media hora exacta nos encaminásemos hasta 1966 y la mayor de nuestras preocupaciones fuese deshojar la margarita entre Revolver y Pet sounds. Los dos nuevos amigos se entrecruzan, radiantes, retando casi al oyente a que descubra quién es el responsable de cada corte antes de corroborarlo en los créditos.
Al final, I don’t know your world (Jonson) se escora un poco más hacia Traveling Wilburys, porque el neoyorquino siempre aporta retazos dylanitas aquí y acullá, mientras The anchorite, apuesta final de Ramírez Exposure, aporta la novedad de una sutil caja de ritmos. Pero da igual por dónde empecemos y quién se responsabilice de cada título: Turning on the century no sabe de fisuras.