Y los murcianicos pegaron el estirón. Tiene mucho encanto la trayectoria de estos Nunatak, una formación que nació autogestionaria y que ha terminado no solo firmando por una multinacional, sino haciéndose manifiestamente grande. Provienen de una visión más bien bucólica, con ese punto entre folk y naturalista, con una mirada despegada de lo urbano y receptiva a la calidez de la esencia. Pero lo que sucede con esta tercera entrega me recuerda de algún modo, salvando las distancias, a la evolución de Mumford & Sons entre “Babel” (2012) y “Wilder mind” (2015), orillando la vertiente campestre por un sonido más palpitante y rockero. También el cuarteto de la huerta (que crece hasta sexteto sobre las tablas) se lía la manta a la cabeza y acepta el reto de la épica, los coros enfáticos, las guitarras eléctricas encabritadas, la pompa bien entendida. Puede que la valentía del título tenga algo de autorretrato, porque el impulso, el salto adelante, parece solo al alcance de unos tipos con arrojo. El ímpetu incluye excesos: que el segundo verso de un disco incluya la frase “Tu mierda huele mejor” resulta bastante más burdo que corajudo. Pequeños resbalones en un panorama alentador, desde el contagioso “lalala” en el que desemboca “A miles de kilómetros” a la recuperación del pulso acústico y pastoral en la delicada “Susurro en el viento”. Sus paisanos de Viva Suecia han acabado participando de todas las salsas y a ellos les puede suceder algo bien parecido. Imaginar “Nadie nos va a salvar”, por ejemplo, encima de un escenario sugiere una súbita promesa de adrenalina.