Lo de The Gift, más que un regalo, acaba aproximándose a la condición de milagro. La banda de la pequeña ciudad portuguesa de Alcobaça acaba de cumplir su vigésimo quinto aniversario en plena eclosión artística, se ha anotado hitos creativos y artísticos inauditos en este periodo (¡esas colaboraciones con Brian Eno!) y tiene por costumbre afrontar nuevos retos en cada entrega, por aquello de que ningún álbum parezca un mero continuador de su antecesor. Pero con este décimo elepé se embarcan en un triple salto mortal, probablemente sin red de seguridad, y se adentran en el mundo de la música vocal polifónica junto a un coro de 48 integrantes. Cualquier directivo discográfico u oficina de contratación se llevarían las manos a la cabeza. Nosotros, en nuestra privilegiada posición de meros oyentes, solo podemos levantarnos y aplaudir.
Decir que Coral es una obra ambiciosa bordea más bien la perogrullada. Puede que The Gift nunca hubiera llegado tan lejos en materia de audacia y es probable que ninguno de sus álbumes anteriores se aleje tanto del canon, y no nos referimos en este extremo a Pachelbel. Coral carece de manera clamorosa de algo remotamente parecido a un single convencional, así que ha de abordarse y disfrutarse como lo que es, una obra temática de 55 minutos que no conceden margen a la monotonía, pero tampoco a la dispersión mental. Porque hablamos de música minuciosa y exigente, profundamente evocadora y espiritual, que se aparta mucho de los usos y costumbres del pop (electrónico o de cualquier otro tipo). Pero que atrapa a poco que la inmersión se realice con la actitud adecuada; esto es, sin remilgos.
Los aficionados a las músicas populares se han habituado a los experimentos sinfónicos, tan frecuentes como irregulares en su resultado, pero las incursiones corales siempre han supuesto una rareza y una excepción. Vienen a la memoria The mountain, casi una obertura de Premiata Forneria Marconi para su The world became the world (1974); algunos pasajes concretos del primer Mike Oldfield en Hergest ridge (1974) o Incantations (1978) y el prodigio de Kate Bush para Hello, Earth, en su The hounds of love (1985), pero, ya decimos, hay que rebuscar. Y, en esas, el cuarteto portugués apuesta por abrir boca con una pieza enteramente coral, Noir (Adagio doloroso), que nos aboca a las polifonías sin que la voz redentora de Sónia Tavares no asome hasta la segunda parte, Noir (Andante cantabile). Con una breve incursión final, para mayor desconcierto, en los resbaladizos territorios del autotune.
Pues bien, todo encaja. El pathos de Tavares, con esa voz grave y hechicera, hace buenas migas con la solemne avalancha de gargantas. Dissonante representa el primer mano a mano entre voz solista y coro, pero ese feliz duelo emocionantísimo obtiene aún mejores resultados en el caso de Um lamento, donde la alternancia entre ambos planos sonoros agudiza la emoción.
Sara y el otro líder, fundador y compositor principal, Nuno Gonçalves, se echan sobre la espalda la responsabilidad de estas 12 partituras, con la salvedad de ese Adágio que no es sino una versión con letra en portugués del celebérrimo Adagio en Sol menor de Albinoni. ¿Un pastiche? ¿Una idea dudosa? Nuevamente no: no solo funciona, sino que la intensidad emocional de la voz de Tavares en este caso concreto puede volarles la cabeza a los amantes de los apriorismos.
No hay descanso para el cerebro, qué va. Con Coral conviene no solo prestar atención, sino, además, comprometerse. Así, la electrónica de bajos profundos de Cancun reedita el éxito pasajero de proyectos experimentales, y casi afines a la new age, como Adiemus o Era, mientras que 7 vezes y, sobre todo, O regresso, impactan en el centro de la diana. El sosiego creciente de esta última pieza, con su aire sereno, bello y pomposo, merece todo el esfuerzo. Y, con las mismas, nuestra admiración.
Os vi en el Escorial en el festival internacional de verano,no os conocia, todo un descubrimiento , la voz de Sonia abre la garganta del cielo…me enamore en este agosto del 23 de todos vosotros!!!
Qué bien que hayas asistido a ese concierto, Irene, y qué suerte. Ojalá haya nuevas oportunidades pronto. The Gift son un tesoro ibérico de primera magnitud 🙂
Una de mis bandas favoritas desde que hace ya mucho viví en Lisboa.
Mi hermana y yo tenemos el hobby de ir a Portugal a ver a The Gift desde más de 15 años (ventajas geográficas de vivir en Galicia).
Vimos el directo de Coral en Aveiro y directamente no tengo palabras.
Volveremos a Braga en mayo porque esa experiencia hay que repetirla.
Encantada de haberme encontrado con este artículo en una página no portuguesa. ❤❤
Me alegro mucho de tu comentario, Olalla. Y ya sabes, por esta página serás siempre bienvenida. ¡Como la música portuguesa, por cierto!
Gracias, estoy ahora mismo escuchándolo. Sobrenatural.
El libro también es una belleza.
Qué bien que te haya gustado, Cristina. Gracias por compartir tus impresiones.
Gracias Fernado , por tus interesantes sugerencias. Merece mucho la pena seguirte. Siempre me ha parecido The Gift un grupo muy interesante y lo demuestra como se reinventa en cada nuevo trabajo. Un grupo para seguirlo siempre y estudiar su maravillosa evolución disco a disco. Muchas Gracias.
¡Mil gracias! Un gusto contar con lectores como tú.