Encontrar un sucesor adecuado para Quadrophenia (1973), epopeya temática, cumbre creativa y, de paso, madre de todos los excesos, debió parecerles una ecuación irresoluble a Daltrey, Townsend, Entwistle y Moon. ¿Qué hacer, si en apariencia no había ninguna solución satisfactoria? La respuesta fue el disco más atípico e inclasificable de la banda, el que se aparta de los derroteros, aquel al que no podemos emparentar con ningún otro: una especie de primer álbum adulto que en su momento se recibió con desdén, luego naufragó entre el olvido y la incomprensión y ahora más parece un pequeño prodigio al que debemos desempolvar y otorgar el lustre que siempre mereció.

 

Apenas acaban de incorporarse a la treintena, pero por primera vez, ¡ay!, no podemos ver a los Who como unos jovencitos. Incluso es difícil sustraerse a la sensación de que nunca habíamos escuchado tantas guitarras acústicas en sus álbumes y que este a menudo más parece una entrega en solitario de Pete Townshend, atormentado por sus propios excesos alcohólicos (él mismo cantó However much I booze: “La mentira yace en mi frustración, tengo que empaparme en brandy”) o los conflictos derivados de la sexualidad (Dreaming from the waist). Pero, por favor, escuchen el fin de estrofa ascendente de Imagine a man, que amaga con empezar a lo Dear Prudence para encerrar finalmente las mejores armonías vocales de la banda.

 

Sorpréndanse con Squeeze box, que parece un homenaje a los Flying Burrito Brothers (o así) y es irresistible. Asómbrense con los primeros segundos del tema inaugural, Slip kid, que podrían abocarnos a un disco de Santana. Y disfruten con la sorna de Success story, la gran aportación de John Entwistle a la causa y una visión burlona y vitriólica del gran circo del rock.

 

Los Who andaban en modo escéptico y casi nadie quiso comprarles ese desapego por el negocio, justo diez años después del incendiario My generation, el manifiesto según el cual era mejor morir antes que envejecer. Incluso Keith Moon aportaba los primeros indicios, pobre, de andar con el norte perdido. Pero hoy esta colección es la gran joya reencontrada de la corona, una obra rica y proverbial en la que zambullirse sin miedo. Un cancionero acongojado en más de una ocasión y testimonial casi siempre; tan íntimo como para prescindir hasta de un portadista de postín y confiar la presentación a una humilde caricatura de Entwistle, embarcado en una especie de biografía de la banda en forma de cómic. Y valiente hasta por parte de Glyn Johns, el productor; responsable último de que la encantadora Blue, red and grey, comandada por ¡un ukelele!, no se quedase en los archivos y redondease el catálogo de circunstancias insólitas para aquel otoño del 75.

2 Replies to “The Who: “The Who by numbers” (1975)”

  1. Recuerdo que este LP lo compré en El Rastro en los años 80; era de segunda mano y su anterior propietario se había encargado de unir con bolígrafo los números de la portada para completar la imagen del grupo. Una gracia. Menos mal que costaba cuatro duros. Muchos años más tarde compré el cd remasterizado con bonus tracks y un sonido increíble. Son discos muy distintos, pero este y Quadrophenia son mis favoritos de los Who, Mi canción favorita de este disco, y posiblemente de toda su discografía, es ‘How many friends’.

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