Tranquilo: puede llevar su tiempo que le cojas el tranquillo a esta generación maravillosa de rockeros setenteros que asumían los retos de la cosa sinfónica, pero mirándole más la matrícula al hard rock que a la ortodoxia progresiva. Ya sabes: Uriah Heep, Ten Years After, aquellas cositas. Led Zeppelin, incluso. Y los grandes, muy grandes Wishbone Ash, por supuesto, que después de distintas denominaciones y formulaciones previas se asentaron en el efervescente Londres de la intersección de los sesenta y los setenta, dispuestos a no pasar en ningún caso inadvertidos. Lo consiguieron. Y aún hoy, revisitarlos sigue suponiendo una aventura evidentemente estimulante.

 

Lo tenían todo: pulso por el rock crudo, pasión por el blues, solvencia instrumental, ambición, autoexigencia. Cuentan que los fichó la Decca después de que su guitarrista Andy Powell se midiera en duelo con Ritchie Blackmore durante la prueba de sonido de un bolo compartido entre los Ash y Deep Purple. Difícil salir airoso, pero lo consiguió. Este Argus fue su tercer álbum y seguramente el más definitorio, el que alguno de nuestros tataranietos seguirá desempolvando para comprender mejor por qué en aquellos primeros años setenta los rockeros británicos no encontraban ningún motivo para imponerse límites.

 

Ya solo esos diez minutos iniciales de Time was –que durante los tres iniciales parece una balada cándida hasta que se desatan las hostilidades– representan una exhibición de poderío, con independencia de que la fórmula de pieza larga con distintas partes se repita a renglón seguido con Sometime world. Luego llegará la épica medieval, tan del gusto de la década, con la soberbia The king will come y la secuela de Worrior y sus guitarras plañideras y dolientes, justo antes de una melodía que recuerda a King Crimson.

 

Habrá aún quien recele del aire algo trascendente de Argus. En realidad, era consecuencia de meterse en el estudio con ánimo de que la criatura nazca sin fecha de caducidad.

4 Replies to “Wishbone Ash: “Argus” (1972)”

  1. Es hermoso reencontrase con una verdadera joya de la música, que en esencia nos muestra hasta donde es capaz de llagar la creación de estas suaves, estridentes y mágicas melodías, ritmos y armonías. Música de verdad por cierto “ever forever”.

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