Hay dos bandas en una bajo el nombre de Ultravox, una circunstancia ciertamente peculiar. La primera, que incluía un signo de admiración (Ultravox!) y al pintoresco John Foxx como comandante en jefe, publicó tres álbumes escorados hacia el glam-rock antes de ceder los trastos a Midge Ure, cambiar de discográfica y erigirse en una banda de synth-pop tan dada a la solemnidad como a los ambientes tenebrosos. Vienna, la canción que daba título al cuarto álbum (el primero sin la admiración, para entendernos), se convirtió en un éxito colosal en medio mundo; también en España, donde veíamos ese vídeo tan barroco y filtrado en azul siempre que había ocasión. Pero la verdadera joya quizá fuera el trabajo menos difundido de todos, este Lament oscurísimo no solo en título y portada, sino en una temática que hermanaba la poesía con el melodrama sintetizado y un profundo regusto a desolación.
“Bailando con lágrimas en los ojos” es, más, que un título de uno de los mejores sencillos de Ultravox (Dancing with tears in my eyes), casi un lema para imprimir en las camisetas a la salida de los conciertos. Era un ejemplo de la poderosísima escritura de Ure, al igual que One small day (otro éxito menor de la época, además del único atisbo de esperanza entre los ocho cortes del elepé) o la marcial Heart of the country, pomposa como un desfile y acentuada por el tañido de las campanitas.
Los modernos no tardarían en adjudicarle a Lament la asociación con los universos distópicos. White China, que abre la colección, parece una diatriba contra los excesos totalitarios de los regímenes comunistas, pero nuestro querido mundo occidental tampoco salía bien parado de la refriega. ¿O es que existe un equilibrio saludable en una sociedad que inspira un título como A friend I call desire para poner punto y final a esta minisinfonía de la desolación? Ultravox palidecen en la memoria frente a los imbatibles Depeche Mode, además de que se disolvieron demasiado pronto; en la práctica, nada más rubricar este Lament. Y las andanzas solistas de Ure resultarían bastante más dispersas. Pero siempre podrá regresar a estos años e hinchar el pecho con todo merecimiento.
Todavia se me eriza la piel con solo ver la portada, este y el Architecture & Morality de OMD todavia los tengo en casette. El de OMD esta mas reivindicado pero de Lament nunca entendí su poca repercusión, un disco a celebrar sin duda!!