Hay dos bandas en una bajo el nombre de Ultravox, una circunstancia ciertamente peculiar. La primera, que incluía un signo de admiración (Ultravox!) y al pintoresco John Foxx como comandante en jefe, publicó tres álbumes escorados hacia el glam-rock antes de ceder los trastos a Midge Ure, cambiar de discográfica y erigirse en una banda de synth-pop tan dada a la solemnidad como a los ambientes tenebrosos. Vienna, la canción que daba título al cuarto álbum (es decir: el primero sin la admiración, para entendernos), se convirtió en un éxito colosal en medio mundo; también en España, donde veíamos ese vídeo tan barroco y filtrado en azul siempre que había ocasión. Pero la verdadera joya quizá fuera el trabajo menos difundido de todos, este Lament oscurísimo no solo en título y portada, sino en una temática que hermanaba la poesía con el melodrama sintetizado y un profundo regusto a desolación.
“Bailando con lágrimas en los ojos” es, más, que un título de uno de los mejores sencillos de Ultravox (Dancing with tears in my eyes), casi un lema para imprimir en las camisetas a la salida de los conciertos. Era un ejemplo de la poderosísima escritura de Ure, al igual que One small day (otro éxito menor de la época, además del único atisbo de esperanza entre los ocho cortes del elepé) o la marcial Heart of the country, pomposa como un desfile y acentuada por el tañido de las campanitas.
Los modernos no tardarían en adjudicarle a Lament la asociación con los universos distópicos, aunque de aquella lo de la distopía no era un vocablo tan desgastado y malbaratado como en la actualidad. White China, que abre la colección, parece una diatriba contra los excesos totalitarios de los regímenes comunistas, pero nuestro querido mundo occidental tampoco salía bien parado de la refriega (lo que en cierta medida resulta, cuatro décadas antes de Trump, una premoción muy inquietante). ¿O es que existe un equilibrio saludable en una sociedad que inspira un título como A friend I call desire para poner punto y final a esta minisinfonía de la desolación?
Ultravox palidecen en la memoria frente a los imbatibles Depeche Mode, además de que se disolvieron demasiado pronto; en la práctica, nada más rubricar este Lament. Y las andanzas solistas de Ure resultarían bastante más dispersas, más allá del colosal éxito puntual de Breathe, amplificado por una carambola publicitaria. Pero siempre podrá regresar a estos años e hinchar el pecho con todo merecimiento.
Gracias por recuperarlos, Fernando. Esto es un discazo y Ultravox fueron un pedazo de banda (creo que mejor sin el signo de admiración por la profundidad y el empaque que les dio Ure), sobre todo porque abrieron o consolidaron una tercera vía -tal vez, como dice Ángel con OMD- en esa electrónica “accesible” inclinada al pop frente a la aridez de unos Kraftwerk (a pesar de compartir ocasionalmente productor), y que luego seguiría gente como Yazoo.
Y luego, claro, habían sacado ese Hymn, un single en mi opinión tremendo, y posteriormente Love’s great adventure, que si no me equivoco fue su mejor puesto en las listas de I¿UK.
Lo dicho, obligatoriamente reivindicables.
Saludos!
Todavia se me eriza la piel con solo ver la portada, este y el Architecture & Morality de OMD todavia los tengo en casette. El de OMD esta mas reivindicado pero de Lament nunca entendí su poca repercusión, un disco a celebrar sin duda!!