Javier Vicente, el hombre que opera bajo el (ocurrente) apelativo artístico de Carasueño, es cualquier cosa menos un recién llegado. Además de los cuatro álbumes que llegó a rubricar al frente de los minusvalorados y extintos Big City, desde hace una década oficia como productor en su estudio zaragozano, Lar de Maravillas, donde ha gestado grabaciones valiosísimas para su paisano Calavera, Le Parody, Alondra Bentley o, en especial, Tulsa. Y con tan amplios antecedentes se hace raro pensar que este I’ll be neon too representa en puridad, a estas alturas, su debut en solitario. Pero basta escuchar la entrega con un mínimo de atención para colegir que no nos enfrentamos a una obra primeriza: estas 10 canciones se erigen en una instantánea de formato panorámico para un artista ocurrente y de abrumador bagaje melómano, un tipo al que nos da por imaginar enfrascado durante largas horas entre pilas de discos elegantes, refinados y distinguidos.

 

Como el suyo mismo, dicho sea de paso.

 

Vicente se inscribe en un indie-pop anglófono (qué se le va a hacer) de construcción melódica sinuosa, sonido planeante y vocación etérea y ensoñadora. Habrá escuchado este autor a todos los grandes del pop británico de los ochenta, sin duda, pero esa pátina liviana que embellece el acabado de sus canciones puede beber tanto de los estilosos The Postal Service (All this snow will turn into fire) como de aquellos primeros absorbentes discos de Brian Eno nada más disociarse, a mediados de los setenta, de Roxy Music. Y a todo ello se le suma el evidente encanto delicado y melancólico de su voz, un timbre liviano y sentimental que puede parecer en más de una ocasión un cruce entre Paddy McAloon y Neil Tennant.

 

Las sospechas se refrendan cuando reparamos en que All we want podría ser un original de Prefab Sprout en los tiempos de Jordan: The comeback (1990), mientras que, por pura derivación, Weirdest flower nos acerca a la memoria el fabuloso trabajo del noruego Sondre Lerche. En cuanto a la huella de Pet Shop Boys, indáguese en el caso de Are you knobs? y convendremos en que existe una afinidad razonable.

 

Carasueño le canta a asuntos cotidianos pero peliagudos y sin duda propios de quien ya no es ningún chiquillo: la búsqueda de asideros frente al enloquecido mundo de alrededor, las expectativas eternamente incumplidas en nuestras relaciones con el género humano, el recuerdo de quienes ya no volverán (Genzor) o el refugio de la naturaleza (The midnight sun) como oasis esplendoroso frente a la mezquindad de nuestros coetáneos. Son argumentos lo bastante sustantivos y atractivos como para sondear el salto lingüístico, con independencia de lo que haya decidido artísticamente Vicente en función de sus impulsos estilísticos y poéticos.

 

Otro hombre de singladura y piel especial, Ramón Rodríguez (The New Raemon),procura cobijo a su amigo asumiendo desde su sello discográficos, Cielos Estrellados, la edición de esta obra. Otro tipo peculiar y ultransensible, puestos a decirlo todo. Al final las sinergias se producen donde existen amplias parcelas de complicidad. Y un álbum tan hermoso como I’ll be neon merecía con creces una solvencia sonora y conceptual a su misma altura.

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