Uriah Heep representaban como nadie la intersección perfecta entre los (maravillosos) delirios progresivos y la confluencia con el heavy metal, a fin de cuentas un género de alumbramiento casi paralelo. A la manera de las tradicionales batallas entre géneros (qué sería la cultura popular sin su dosis de rencillas, que rima con pandillas), a los progs no nos solía gustar el heavy y a la inversa, pero los años, la perspectiva y la revisión de discos como este bien permiten dar carpetazo a prejuicios para los que ya no hay espacio. Ni ganas.

 

Salisbury se abría, de hecho, con una joya (Bird of prey) que durante los 30 segundos iniciales parece un anticipo de la Premiata Forneria Marconi (más en concreto, de The mountain, en The world became the world) hasta que el vozarrón de David Byron nos traslada al universo de Deep Purple. Así de híbridas eran las cosas en este segundo disco extraño, convulso, fascinante como revoltijo. Seguramente extemporáneo, pero no por ello menos entrañable. Disparatado hasta en su portada: frente al gusto heavy por el logo reluciente y la parafernalia, las letras de la banda londinense y del título del álbum parecen el garabato con el que se entretendría entre clase y clase un alumno de primero de BUP.

 

Para este sucesor de Very ‘eavy, very ‘umble (1970), Ken Hensley ya despuntaba como autor principal y responsable de las armonías vocales, y el batiburrillo permitía hacerle hueco a baladas que hoy bien podríamos celebrar como dream pop (The park) y al estallido rock de la excelente Lady in black, impredecible tras sus prolegómenos folkies. Y en esas que dábamos la vuelta al vinilo y nos enfrentábamos a los 16 minutos del tema central, extrañísima demostración de poderío sinfónico que no se ajustaba al canon del género. Más que una suite o concatenación de pasajes, aquello asemejaba una larga improvisación a partir de una canción breve. Es más: tantos años después, aún sabemos sin saber clasificar la inclusión de metales en la categoría de los disparates o de las sorpresas. Puede, de hecho, que ambas catalogaciones no sean excluyentes.

 

Es difícil no acabar cogiéndole cariño a Salisbury, con todo. Aunque solo sea por su condición de manifiesto bicho raro. Y por el refrendo de las teorías que apuntan hacia 1971 como el año en que todo, absolutamente todo, era posible en las enfebrecidas mentes pensantes del rock mundial.

4 Replies to “Uriah Heep: “Salisbury” (1971)”

  1. En esto del “heavy rock” hay un “tetrarcado” británico constituido por dos cuartetos y dos quintetos ( Led Zeppelin y Black Sabbath más Deep Purple y Uriah Heep), que impera con fuerza en la escena mundial.
    Siempre se ha dicho que la primera obra es importante (los primeros álbumes de Led Zeppelin y Uriah Heep son algo mejor que muy buenos), pero a mí siempre me sedujo “la teoria Bosé”, que dice que “para el primer álbum tienes toda la vida mientras que para el segundo tienes un tiempo limitado”: ahí es donde una banda (o artista) da la autentica medida de su valía:
    Lo del segundo de Led Zeppelin (Led Zeppelin II) no tiene nombre, pese a que salió el mismo año que el primero (1969).
    Lo del segundo de Uriah Heep lo acabas de decir tú, Fernando (¡GRACIAS!): ahí está SALISBURY, toda una “catedral” de sonido muy heavy (“…Very ‘Eavy”) dicho de una manera muy humilde (” …Very ‘Umble”) por utilizar el título del primer LP (1970).

    Por cierto, no tenía ni idea de que “The Park” -que firma Ken Hensley- fuese una canción inspirada en un villancico “originalmente villancico boliviano”NACIMIENTO” GRUPO JAIRAS DE BOLIVIA” (bueno eso es hablar muy fino ya que el autor de esta palabras dice “PLAGIADO POR los uria heep”: no tenía ni idea. Se ve que a Uriah Heep les persigue también la sombra del plagio -como a Led Zeppelin, por seguir las comparaciones. Pero eso es otra historia).

    Tuve la suerte de verlos en Escocia (en el Apollo de Glasgow) la primera vez y en San Blas (Madrid) la última: en ninguna estaba el cantante original David Byron… Era John Lawton el encargado de la voz solista…

  2. Uriah Heep… otras de mis debilidades de primeros de los setenta. Mi historia con este grupo británico es curiosa, allá por el año 1974 ya había escuchado un disco single de un grupo de nombre extraño que contenía dos temas rompedores “Easy living” y Gypsy” y deseaba a toda costa saber mas de ellos. Y de pronto, cayo en mis manos una maravilla, un álbum doble, que abultaba mas de lo normal, con una portada completamente negra —un negro brillante— y grandes títulos en blanco, una portada sencilla y, aparentemente, oscura, pero que al abrirla ocurría el milagro, todo se iluminaba con un libreto interior de 12 páginas con maravillosas fotos del concierto y textos que contaban su historia. El álbum era “Uriah Heep Live. January 1973” un doble LP que recogía temas en directo de sus cinco primeros álbumes: “Very ‘Eavy… Very ‘Umble” (1970), “Salisbury” (1971), Look at Yourself” (1971), “Demons and Wizards” (1972) and The Magician’s Birthday” (1972). Hoy, al volver a escucharlo después de un tiempo, se me han vuelto a ponen los pelos de punta al recordar las increíbles versiones en directo de temas como, “Easy living”, “Gypsy”, Sweet Lorraine”, “Look at Yourself” y como no la maravillosa versión extendida de casi 13 minutos de “July Morning”. En esos momentos la banda brillaba con luz propia, pero desgraciadamente —para mi— su brillo sólo aguantó un álbum mas “Sweet Freedom” (1973), a partir de ahí sólo quedaron algunos chispazos individuales de sus álbumes posteriores.
    Esto me recuerda a una famosa escena de la película Blade Runner en la que el replicante Roy (Rutger Hauer) la pedía a su creador el Dr Tyrell que le prolongara la vida. Éste, tras explicarle que era imposible le respondía: “La luz que brilla el doble, dura la mitad, y tu Roy has brillado con muchísima intensidad…” Pues eso, durante cuatro años Uria Heep brilló con mucha intensidad.
    Muchas gracias por traer a mi memoria estos recuerdos musicales.

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