A nadie extrañará refrendar que Cat Power es una consumada devota de Dylan. A ver, seamos más precisos: nadie con un mínimo de gusto y excelencia será indiferente al repertorio del genio de Duluth, pero en el caso de la gran Chan Marshall hablamos de una militancia pública y reconocida entre las huestes dylanitas. Sirva un dato para contextualizar la conexión entre admiradora y homenajeado: en The covers record, disco de versiones que nos traslada hasta el ya lejano año 2000, Marshall deslizó un original de Dylan solo apto para conocedores profundos del premio Nobel, puesto que aquel Paths of victory por el que se decantó era un descarte original de 1963 que no llegaría a ver la luz hasta tres décadas más tarde.

 

Ese es el contexto: admiración, devoción y respeto. Y esos tres ingredientes afloran en toda su dimensión ahora con un tributo íntegro y muy original en su formulación. Cat Power no se limita a grabar un álbum monográfico sobre Dylan, modalidad sobre la que existen ya docenas de ejemplos previos, sino que reproduce en repertorio e intención un concierto íntegro, desde la primera canción a la decimoquinta. Y nada mejor que reimaginar una de las piedras angulares de la crónica musical del siglo XX, aquella comparecencia de 1966 en la que Dylan cambió el curso de la historia –la suya propia, pero también la del pop– cuando decidió renunciar al inamovible credo folkie y enchufarse a la corriente eléctrica, en coalición con sus amigos de The Band, en mitad del concierto.

 

Sí, hablamos de la memorable jornada en la que desde la audiencia se le abucheó e insultó a la voz de “¡Judas!”, un grito que aquí, cómo no, se recrea y reproduce al comienzo de Ballad of a thin man. Nuestra gatuna homenajeadora no repite la respuesta original de hace cincuenta y tantos años (“No te creo, eres un mentiroso”), ni tampoco alimenta los instintos rockeros de sus chicos al grito de “Tocad jodidamente fuerte”, sino que responde con un sutil “Jesús”. Y es precisamente el amor por la sutileza lo que agranda el valor de este tributo inequívoco, entregado y absoluto, pero también lleno de matices. Los que le permiten a Chan extraer nuevos y personales destellos incluso de los originales más trillados, desde It’s all over now, baby blue o Mr. Tambourine man en el tramo acústico hasta una modélica lectura de Like a rolling stone, clásico máximo entre todos los clásicos en la historia de la humanidad, objeto aquí de una versión cálida, medida y ejemplar.

 

El guiño melómano lleva, por supuesto, a definir la recreación como “el concierto del Royal Albert Hall”, una confusión histórica en los discos piratas de la época, a sabiendas de que el episodio tuvo lugar en el Manchester Free Trade Hall. Cerrando el círculo de todos estos gestos melómanos, Cat Power sí registra su noche dylanita en el templo londinense, así que los guiños son permanentes y adorables. Cat Power sings Dylan se eleva así como una explícita, indisimulada y manifiesta declaración de amor, pero la devoción es compatible con la personalidad propia. Y nuestra diva de Atlanta, Georgia, salpica de singularidad el recorrido con esa voz granulada y rasposa, emocionante y a la vez contenida; exquisita en su apuesta por la lectura minuciosa. En el difícil arte de los discos de versiones, y más aún si son monotemáticos, este se erige en paradigma ejemplar.

3 Replies to “Cat Power: “Cat Power sings Dylan. The 1966 Royall Albert Hall concert” (2023)”

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