Desde que el mundo entró en esta fase de colapso, la actualidad de las bandas también se ha vuelto perfectamente ingobernable. 2020 debería haber sido un año de gloria sobre los escenarios para Deacon Blue, estos clasicazos del mejor rock melódico escocés que parecen inmersos desde hace ya casi una década en una extensa y gloriosa segunda juventud. Pero entonces aconteció todo esto y aquella agenda que preveía miles de kilómetros en desplazamientos saltó por los aires. Porque no perdamos de vista el pequeño detalle de que City of love, el flamante nuevo álbum que habría de bautizarse sobre las tablas, había visto la luz en… marzo de 2020.

 

El concepto de “disco de acompañamiento” que el sexteto de Glasgow ha decidido aplicar a este Riding on the tide of love es más bien difuso, puesto que la teórica prolongación o secuela bien podría haberse planteado como un trabajo plenamente independiente. Queda la ligazón gráfica de ese símbolo del corazoncito que luce en ambas portadas, así como la circunstancia atípica de la brevedad de esta entrega, ocho canciones (32 minutos) que no sabemos si catalogar como minielepé o dejar pasar como un álbum algo más breve de lo habitual. En cualquier caso, es maravilloso que Ricky Ross y los suyos no hayan optado por cruzarse de brazos. Y es, bien pensado, un regalo del destino que un álbum no previsto ni programado en un principio haya acabado cayendo en nuestras manos. Porque Riding… merece, sin duda, encontrar albergue en nuestras estanterías.

 

Parece que tres de las ocho piezas ya figuraban en el menú del que se confeccionó City of love, pero nada de lo que aquí acontece es menor, colateral o secundario. En todo caso, Riding on the tide of loveadopta un tono más sosegado y modoso que su antecesor inmediato. Lo que en City… era eclosión, desparpajo y búsqueda de nuevos grandes himnos aquí se vuelve más reflexivo. De ahí las imágenes contemplativas de la encantadora She loved the snow, por ejemplo. O el maravilloso regusto a soul sin fisuras de Look up, una especie de homenaje implícito a People get ready (Curtis Mayfield) que acaba erigiéndose, sencillamente, en una de las grandísimas canciones en el repertorio de una banda que ya sumaba unas cuantas docenas de páginas enormes.

 

Quizá suceda que todos andamos necesitados de curas, ya sean físicas o más interiores, pero Riding… es una deliciosa invitación al recogimiento. El gusto por la épica y la catarsis desde lo alto de las tablas solo queda patente en el tema central, que parte de un curioso obstinato de dos notas y va creciendo y creciendo hasta convertirse en un estallido memorable, de esos que desatará el alborozo cuando podamos volver a las salas de conciertos como las conocíamos antes. Pero las otras siete composiciones son una invitación a entornar la luz, al reposo concentrado. La característica voz frágil de Lorraine McIntosh se vuelve emocionantísima en la ya mencionada Look up, mientras que Time opta por una bella hipnosis rítmica y Send a note out retorna al influjo de la música negra (¡ese órgano!).

 

Incluso It’s still early echa el telón casi con aires de balada jazzística, buen reflejo de estos tiempos meditabundos en los que la belleza, pese a todo, se las ingenia para aflorar. Eso, siempre. Qué bien que Ross se haya remangado para volver a atraparla en un álbum que, brevedades o acompañamientos al margen, es enormemente sustancioso y se agranda cada vez que vuelve a girar en nuestro lector.

6 Replies to “Deacon Blue: “Riding on the tide of love” (2021)”

  1. Ahora mismo me pongo a escucharlo. Al leer tu comentario hemos vuelto a “Dignity”, qué recuerdos. Y, por cierto, no sólo te seguimos sino que en nuestra discografía ya están las últimas publicaciones en directo de Pink Floyd y Sigur Ros que nos recomendaste…

  2. Ya sólo por un tema como Not gonna be that girl, este mini album merece la pena. Ross sigue dando muestras de un talento indiscutible. Y McIntosh merece un hueco mayor en las canciones.

  3. Toda una revelación este disco. Es verdaderamente emocionante, incluso desde la primera canción. Más que compartidas tus palabras. Saludos

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