Parecería hasta sencillo escribir una canción como Don’t turn your back on me, elemental y ardiente pieza de soul clásico y canónico con una letra escueta y directa sobre la renovación de los votos afectivos: “No me des la espalda ahora que te necesito a mi lado”. Habremos escuchado unas cuantas docenas de baladas similares a lo largo de los años, es cierto. Pero hay tanta verdad en esos cuatro minutos de sollozos, en esa voz que comienza vigorosa y poco a poco va resquebrajándose, que resulta imposible no conmoverse justo ahí, en el ecuador del álbum, cuando nos encontramos a un paso de darle la vuelta al vinilo y afrontar su cara B.

 

Para los despistados: hablamos de alguien muy, muy grande. Para los amantes del titular y la información escueta: Bryant es el coautor de I can’t stand the rain, la canción de 1974 que catapultó a su mujer, Ann Peebles, y de la que una década más tarde volvería a extraer petróleo la mismísima Tina Turner. En realidad, Peebles y Bryant ejercieron como el tándem compositor más fructífero para la factoría Hi! Records, con Al Green u Otis Clay entre los beneficiarios directos de su pluma. Y el otro gran éxito del dúo para propio beneficio de Ann, 99 pounds, revive ahora en una versión asombrosamente vigorosa. Cómo no firmar que llegásemos todos así a unos venerables 78 años.

 

La revisión de algunas páginas incuestionables del catálogo propio deja paso a numerosos títulos de estreno, con Don dispuesto a no eludir ninguna responsabilidad. Ocho de los 10 cortes llevan su rúbrica, todos salvo la ardorosa balada I’ll go crazy y el góspel tradicional Walk all over God’s heaven, que refrenda la estrecha vinculación histórica de Bryant con el espiritual. En realidad, es solo el tercer álbum en solitario de nuestro viejito de Memphis y la confirmación, bendito sea, de que Don’t give up on love, su regreso de 2017, no fue un capítulo aislado.

 

Aquí, pletórico de voz a una edad en que es difícil conservarla, se da el gustazo de colocar un salvaje trío de metales a su servicio, pero también una sección de metales y una nutridísima nómina de coristas. La ocasión bien merecía la pena, porque Don no es solo un viejito, sino una institución. Los jóvenes que hayan disfrutado de, por ejemplo, James Hunter comprenderán que la esencia de su sonido proviene de piezas como Your love is too late. Y quienes deseen optar al título de mejor canción de amor de 2020 deberán verse las caras con I die a little each day. Don sigue amando a Ann, y qué bien que nosotros formemos parte de los beneficiados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *