Las bandas que se escapan de las pautas más predecibles siempre resultan más atractivas, aunque a veces cueste dar con ellas en la inmensa maraña del circuito de salas, y no digamos ya del maremágnum digital. Gentleman Clef se ajustan a pocos parámetros predefinidos, así que situémonos en el epicentro del barrio madrileño de Malasaña e introduzcámonos en el universo de los hirsutos hermanos Germán y Juan Serrano. Primer tópico que se resquebraja: a diferencia de la inmensa mayoría de alianzas fraternales, aquí solo canta el primero, que además desenfunda la guitarra, mientras que el segundo se sienta al piano. Y segundo tópico que salta por los aires: cantan en inglés pero no parecen empeñados en emular a nadie, sino que suenan propios, reales, verosímiles. Los caballeros se acercan al folk-pop elegante pero con tendencia a la solemnidad, un poco en la línea de Mumford & Sons o más bien Of Monsters and Men. Pensemos también en cantautores enfáticos de la nueva hornada, en particular Tom Walker o Matt Simons. Por ahí van los tiros, lo que confirma la hipótesis de que Gentleman Clef figuran entre los rara avis de la escena ibérica. Habían grabado hasta ahora un EP que pasó bastante inadvertido y un sencillo solidario, con destino a Sudán del Sur, que bordeaba el exceso de sacarina. Pero este estreno de tiros largos es, sin duda, otra cosa. El dinamismo de Done waiting serviría para movilizar a un pabellón a rebosar de público, y algo parecido diremos de Road. Las baladas pianísticas, caso de The beautiful sound I saw, también figuran entre los puntos fuertes del tándem, igual que ese matiz rasposo, áspero, en la voz de Germán Serrano. Quizá aún no haya llegado el momento de su consolidación, pero este …balance deja todas las puertas bien abiertas.

 

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