Había muchos motivos para amar a Jon Batiste. We are los supera a todos. En menos de 40 minutos, el nuevo ídolo de Luisiana y gran revolucionario de Nueva Orleans ofrece un repaso integral a todos los sonidos en la órbita de la gran música negra, desde los clásicos a los que lindan con el hip hop y el r’nb de última generación. Elíjase cualquiera de los 13 cortes al azar, a modo de ejercicio auditivo. El resultado será, en todos los casos, deslumbrante.

 

Batiste es un héroe en su país, extremadamente popular por su condición de líder desde hace seis temporadas en la banda del televisivo The Late Show With Stephen Colbert, pero también como autor de la banda sonora de Soul (Disney) y protagonista de su argumento o de actuaciones para la NBA o el US Open. Su condición mediática se difumina mucho a este otro lado del Atlántico, así que podemos centrarnos en We are sin grandes ideas preconcebidas. Y diseccionar un talento salvaje, descomunal, imparable como una erupción volcánica. No es extraño que el ilustrísimo Quincy Jones bendiga y apadrine a Jon, en quien ve un claro heredero y a quien dedica aquí unas líneas cariñosísimas y entusiastas. “Solo hay dos músicas, la buena y la otra, me dijo Duke Ellington”, escribe, “y todos sabemos en qué lado está él: uno de esos raros jóvenes artistas capaz de generar puro arte”.

 

We are, el abrumador tema inaugural, incluye una marching band, un coro infantil y hasta al abuelo del firmante, David Gauthier, para erigir el gran himno del Black Lives Matter. Tell the truth es la demostración de que la huella de James Brown seguirá viva muchas décadas después de la marcha del Padrino. Cry es un baladón soul irreprochable y la animadísima y deliciosa I need you permite encontrar la intersección entre el boogie y el hip hop de vieja escuela, que también protagoniza la rapeada y trepidante Whatchutalkingabout. Y alterna presencia en Boy hood con el trepidante Trombone Shorty.

 

No hay restricciones estilísticas ni generacionales para Jon, un muchacho que aún no ha cumplido los 35 otoños pero abarca un conocimiento infinito y la certeza de que cualquier propuesta de colaboración obtendrá una respuesta positiva. Por eso puede proponer a la venerable Mavis Staples un recitado en un breve corto titulado, sencillamente, Mavis. Y convocar a Zadie Smith en la tórrida Show me the way, con sus falsetes de puro funk. Una pieza, por cierto, en la que se menciona a Stevie Wonder. Quizá el referente definitivo: solo Batiste puede suscitar, incluso en plena pandemia, esa vitalidad chisporroteante que desplegaba el ilustre Stevland Morris en sus obras culminantes de los setenta.

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