A veces suceden cosas que nadie espera. Algunas, ya lo estamos viendo, son horribles. Otras constituyen, por el contrario, un soplo de vida y esperanza. Un motivo para sonreír y, sobre todo, para abrirnos de oreja.

 

Los Mejillones Tigre pertenecen, evidentemente, a esa segunda categoría. Y nos encanta abrazar este debut con todas nuestras fuerzas: encaja sin problemas en los protocolos estipulados por las autoridades sanitarias.

 

Porque el sexteto que nos ocupa es atípico en todo, lo cual lo hace si cabe más adorable. Proviene de Jaén, una de esas capitales de provincia pequeñitas a las que, torpemente, no siempre guardamos en nuestras oraciones. Lo integran tipos jóvenes e hirsutos que parecen haber saqueado sin piedad las colecciones de vinilo de sus padres, y hasta de algún tío abuelo. Y se estrenan en 2020 con un trabajo que parece anclado en torno a 1968, ni siquiera sabemos bien si en España o en América Latina.

 

Porque la psicodelia parece la primera palabra que sirve para ubicarnos con nuestros jiennenses barbados. Pero no descartemos el boogaloo o la cumbia (La avioneta), el ascendente del primerísimo Santana en Voodoo, la capacidad de saltarse fronteras estilísticas, geográficas o temporales.

 

Lo más contemporáneo, sin duda, es ese sentido del humor sardónico, incisivo, sagaz. La visión de quienes, desde la juventud, se abonan a la burla y el escepticismo. Observadores lúcidos que mueven a la sonrisa, pero también a la ceja arqueada, con títulos como Satán es amorOfendidito o, ejem, Encuentros misticoeróticos con Sheela.

 

Ellos, puestos a buscar definición a lo que no la tiene, han dado por definirse como “garage tropical”. Nos avisan (La danza del pacharán) de que “la pipa de la paz es para jipis”. Y son capaces de alegrarnos la vida incluso en circunstancias en que tenemos contraído hasta el último músculo facial. Broncano los adoraría, por aquello de la connivencia generacional y geográfica. Nosotros, admitámoslo, también los meteríamos en el salón de buen grado. El vinilo, en pleno confinamiento, suena divinamente. Pero prueben también con el streaming: no les defraudarán.

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