El primer trabajo de la andaluza Mariola Membrives a partir de composiciones propias no solo es abrumador, sino también de una osadía infinita, lo que los gurús de la uniformidad digital pretenderán que consideremos un perfecto suicidio. Y no, hacen falta músicos como Membrives, artistas valientes que evitan los caminos recurrentes y prefieren explorar por los arcenes o, directamente, campo a través. La Babilonia es, en ese sentido, un ejercicio de valentía, pero también una exhibición de talento plural y absolutamente desprejuiciado al que no estamos acostumbrados entre los nuevos creadores españoles.

 

Mariola, nacida en tierras jiennenses de Andújar y criada a la sombra de la mezquita de Córdoba, no es ni una milenial ni una recién llegada. La contemplaban ya dos álbumes muy notables (el anterior, Lorca, Spanish songs, en alianza con Marc Ribot, el gran hechicero neoyorquino de la guitarra experimental), y los aficionados a las artes escénicas la recordarán subiéndose a las tablas con La Fura dels Baus en los tiempos de su Free Bach 212. Pero La Babilonia dice mucho más de lo anotado hasta ahora, e incluso se extiende hasta las 20 canciones y casi una hora de duración, lo que lo convierte de facto, al menos en la versión en vinilo, en un elepé doble. Y todo para disponer de margen suficiente con el que desplegar un discurso muy heterodoxo de folclor latino e ibérico, flamenco, arreglos jazzísticos y ramalazos de trip hop, recitados y hasta algo de rap, aunque todo siempre muy alejado de cualquier canon. Como guinda a este glorioso monumento a la impredicibilidad, se desliza una versión de… Moonchild, el viejo y fantástico clásico de ¡King Crimson!

 

No podemos afrontar una obra así desde una óptica descuidada: o prestamos atención o muchas de las especias que aderezan La Babilonia se les escaparán a nuestras papilas. No existe en la España de 2022 un disco de comienzo más brutal que uno en el que se encadenan La cantaora, que parece una adaptación trémula, compungida y a la andaluza de la mexicana La llorona, y la absolutamente demoledora Las guardianas, diatriba brutal y necesaria contra el abuso a las mujeres. La fiereza de unos versos todavía hoy necesarios (“Somos tu madre debajo de la cama mientras nos sodomizan”) nos hacen añorar los años más lúcidos y provocadores de aquel Niño de Elche centrado no solo en provocar, sino también en conmover.

 

La tradición mitológica sumeria sirve, para incrementar aún más la lista de nutrientes, como hilo argumental de no pocas de estas composiciones. ¿Pop contemporáneo y radiante a partir de lecturas de la era mesopotámica? Créanselo. Y disfrútenlo, más allá del vértigo. En este viaje alucinante, Lorca y Portishead pueden convertirse en cualquier momento en compañeros de portal.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *