Matilda Blue es el hermoso nombre del proyecto solista de Ernest Armengol, un todoterreno que merece mucha más atención de la que hasta ahora ha obtenido, al menos lejos de su territorio original de Cataluña y Baleares. Armengol es una voz tan fresca como experimentada: encabezó durante una década Sol Lagarto, ejerce como uno de los cantantes de Lax’n’Busto y esta segunda entrega más personal (el debut, La vida de Matilda Blue, data de 2015) le permite afianzar un lenguaje cálido, confesional, cercano y exquisito, de sonido radiante y elegancia manifiesta, con un pie en el rock clásico y el otro en el soul de amplia gama. A fuego, el tema del que sale el título del disco, refleja muy bien el espíritu de la obra: melancolía y madurez, pero sin atisbo de tristeza, sino de orgullo por las vivencias acumuladas. Armengol es un vocalista muy notable, con el punto justo de arrastre en la garganta, con fortaleza y algo de lija: raspa de manera suave, siempre matizada, y cargada de lirismo en la lindísima Es vent s’ho endú tot, uno de los dos cortes en catalán (frente a otros nueve en castellano). Urge poner el foco sobre este proyecto, que conquistará oídos muy parejos a los que han acabado sucumbiendo al encanto y la excelencia de Litus, otro catalán en el que teníamos que acabar reparando urgentemente. El propio Armengol es el niño que, 40 años ha, se dispone a rematar a portería en la muy evocadora imagen de portada. Ahora, en la frontera inquietante de los cuarenta y muchos, mira hacia atrás pero se siente sabio y poderoso. Y se nota: del aire góspel de El fin del mundoal rock americana de Uno de los nuestros, aquí hay inspiración, sedimento y oficio.

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