A nadie se le ha ocurrido nunca conmemorar (y lejos ello de ser un reproche) ningún aniversario de este Islands, un álbum con el que en 1987 aún Mike Oldfield daba que hablar y del que todo el mundo recordará su homónimo primer sencillo. Lo cantaba Bonnie Tyler, que no pegaba mucho, y hoy suena casi tan entrañable como barroco. En realidad, puede que Islands fuera el primer disco de Oldfield que no nos entusiasmó ni a los entusiastas, esos militantes de la causa que contenían el aliento cada vez que se avecinaba una publicación, que escuchábamos las casetes hasta reventarlas. Unas cuantas décadas más tarde, y ojalá que la nostalgia no nuble las entendederas, la indulgencia parece mejor opción para tomarle la temperatura a estas islas ni tan llanas ni tan idílicas como pudiera sugerir esa imagen de la portada.

 

Había todavía ingenio y chispa en estos surcos, sin duda, aunque solo fuera por dos canciones excepcionales que no suelen rescatarse en ninguna antología: la contagiosa Flying start, un divertimento junto a ese viejo amigo que era el hoy añorado Kevin Ayers, y la etérea y preciosa North point, joya de pulso planeante que ahora encasillaríamos bajo el epígrafe de dream pop. Y luego estaba la consabida pieza instrumental que recorría toda la cara A, The wind chimes, que en su momento no llamó la atención a casi nadie y hoy redescubriríamos como un ameno maridaje entre Taurus II y Crises, las respectivas caras A de los álbumes Five miles out (1982) y Crises (1983), con algunos bucles sonoros muy, muy atractivos.

 

Un disco de 1987 producido junto a Geoffrey Downes tiene muchas cartas para el engolamiento, y Islands en buena medida refrenda esa sospecha. La obsesión por el Fairlight y demás avances tecnológicos de la época emborrona algunos paisajes sonoros (existe una cara B de la época, Music for a video wall, que encapsula todos esos excesos desmadrados). Pero podemos volver a disfrutar con esta décima entrega de Oldfield, de veras, tanto tiempo después. Incluso es probable que ahora, de manera más panorámica y desapasionada, el diagnóstico merezca inclinarse hacia la benevolencia. Porque le descubriremos a Islands su lado más entrañable y alentador, más aún si tenemos en cuenta que en 1989 le sucedería el horroroso y muy decadente Earth moving. Esa ya sí que es otra historia.

4 Replies to “Mike Oldfield: “Islands” (1987)”

  1. Islands no entusiasmó mucho, ni a los entusiastas, lo cantaba Bonnie Tyler, que no pegaba mucho, The Wind Chimes no llamó la atención a casi nadie,había ingenio y chispa aunque sólo fuera por dos canciones, en 1989 le sucedería el horroroso Earth Moving.

    Con estas declaraciones me resulta complicado creer mínimamente que a usted le guste Mike Oldfield o que siquiera entienda su música, que sinceramente creo que no.
    Un saludo.

  2. Escucho en estos mismísimos momentos el tema instrumental de este trabajo. ¿Qué decir? recuerdos de juventud, de descubrimientos y, también es justicia, de asombro por algunos pasajes sonoros de esta pieza. El señor Campoviejo es un artista y eso significa que algunos de sus trabajos no estarán a la altura de lo esperado, para que otros (AMAROK) sobresalgan sobremanera. Si hasta el mismísimo J.S. Bach gustaba de autoplagiarse y de usar las mismas melodías en diferentes obras…tengamos, como dice el autor del artículo, benevolencia…Ah, y que conste, a mí siempre me ha gustado este tema instrumental .

  3. Con este disco, sufrí ya el haztargo después de engancharme al fenómeno Oldfield por edad con FMO,seguirle apasionadamente con sus dos siguientes trabajos y alucinar con sus trabajos anteriores que fui descubriendo poco a poco….después me desapegue del genio hasta la publicación de su TB II ,perdiéndome su obra grandiosa Amarock que no supe apreciar en su día….luego volví a sufrir nuevas crisis oldfianas ….ahora esperemos que esos 8 mns de su OpuS one que ha registrado sean al menos un homenaje al 50 aniversario de su ya legendario TB…..ahora el disco Islands lo escucho con menos prejuicios y lo valoro más que en su dia

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