Este disco no es solo un manifiesto prodigio, sino un pequeño milagro. Ya la existencia por estos lares de un artista como Pablo Solo lo es: un cántabro afincado en Madrid, enclaustrado en su pequeño estudio doméstico y capaz de guisarse, comerse y gestionarse por su cuenta todo un fabuloso universo de pop psicodélico de altísima cualificación. Pocos parecen darse por aludidos, de momento, en el panorama español; pero, por contraste, su ascendente ha trascendido fronteras, cruzado océanos y llegado hasta los (cualificados) oídos de su admirado John Simon, productor mítico y octogenario ilustre con el que ha fraguado este segundo elepé. Que es, insistimos, motivo de estupor y asombro.

 

¿Recuerdan al Macca absorto y en la estricta soledad de McCartney, el disco que certificó la defunción de los Beatles? Los parecidos con el de Liverpool son múltiples, por actitud, sonido, manera de tocar y cantar y esa envidiable versatilidad a la hora de alternarse con guitarras, bajo, teclados y batería. Solo que a nuestro fab boy tenemos que sacarlo aún del anonimato. Y quizá el refrendo del hoy octogenario Simon, productor de obras tan colosales como Music from Big Pink (The Band), Bookends (Simon & Garfunkel), Cheap thrills (Big Brother & The Holding Company) y muchas otras referencias del catálogo de CBS, sirva para abrir ojos y oídos.

 

Todo surgió de una ventolera pandémica, un correo trasatlántico de Solo a Simon rogándole alguna aclaración sobre la letra de Tannenbaum (1972), una pieza del primer elepé del artista de Connecticut. Pablo quería aprovechar la forzada inactividad del confinamiento, durante el que tuvo que suspender las presentaciones de su fantástico álbum de debut (Alondras, 2020), para grabar una versión de uno de sus compositores favoritos y estrenarla en Radio 3. La respuesta de Simon llegó; tarde y de casualidad, pero no importaba. El caso es que el productor terminó descubriendo el talento de este norteño ensimismado y aceptó seguir colaborando con él, aunque el Atlántico se interpusiera entre ambos.

 

Las 10 canciones de John Simon ahora recopiladas y reinventadas por Pablo Solo tienen el doble mérito de descubrir unos originales muy poco divulgados, pese al currículo de su firmante, y de exhibir los méritos de un pupilo aún mucho menos conocido. Dos de los cortes, de hecho, son páginas muy recientes que Simon quiso confiar a Solo, Irresistible (este, con la voz del propio John) y One. Quien piense que los señores de edad avanzada no tienen gran cosa que decir deberían escuchar ambas composiciones. Son sencillamente adorables. Crepusculares. Bellísimas. Y tan inspiradas como cualquier gran página de Randy Newman o Van Dyke Parks.

 

No es normal Solo sings Simon, en ninguno de los significados de la oración. Tenemos que descubrir a esta extraña pareja, urgentemente. Pero sobre todo a Pablo. Es un tesoro demasiado valioso como para que siga confinado en su estudio doméstico.

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