El bueno de Paco Bethencourt no solo es canario, guitarrista y compositor, sino también profesor eminente de Musicología en la Complutense madrileña. Y eso se nota, nítidamente y casi siempre para bien, en este trabajo que tiene mucho de celebración: de la amistad y de la música sin límites ni fronteras. La coletilla de “…y amigos” y el propio título del álbum son elocuentes, casi autoexplicativos: Bethencourt parte de un gusto aflamencado pero recorre un amplio abanico de influencias, del jazz a Brasil, Perú o la herencia árabe e hindú, sin desdeñar esa llamada terruñera que aflora en el corte final, Arrorró – Folía.

 

Pero también hay digresiones más inesperadas en un disco que, en otros tiempos de categorizaciones más clásicas, encuadraríamos en las músicas del mundo: Guitar heroes demuestra cómo también late un corazoncito roquero (Hendrix, Santana, B.B.) en la trastienda de este maestro de la acústica, mientras que Europa opta por la vía de la denuncia urbana y hiphopera. El viaje es tan ameno y ecléctico que se nos escapa de entre las manos en un suspiro: ahí están esos amigos, pertrechados de sitares, quenas, cajones flamencos, saxos o flautas, para que medio planeta parezca aflorar frente a nuestros oídos.

 

No constan grandes nombres rutilantes o mediáticos en este trabajo artesanal, urdido en una guarida pequeña y encantadora: el estudio Arco del Valle de Cercedilla (sierra madrileña). Habrá acaso quien encuentre este Mundos algo disperso, de tan múltiples como son sus referencias. Puede ser. Pero también cabe la sospecha de que somos nosotros mismos quienes nos imponemos, sin ninguna necesidad, nuestras propias restricciones.

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